• CAPÍTULO 08 •

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«Vaya mierda.»

Realmente, el día de hoy estaba repleto de sorpresas para Alexander, y no precisamente agradables. Su semblante reflejaba incredulidad al ver al rubio en su despacho, dejándolo boquiabierto. No entendía qué ocurría, por qué Dmitry se encontraba en su oficina cuando nadie tenía permiso de ingresar sin su consentimiento. Pero la situación empeoró al descubrir que el ruso estaba en su silla, en su escritorio, entregado a una actividad más que explícita con una foto suya.

«¿Qué le sucede a este idiota?» se cuestionó molesto.

—¿Qué cree que hace? —preguntó furiosamente.

Dmitry detuvo sus acciones y, con una sonrisa, desvió la mirada de la foto hacia el cuerpo y rostro de Alexander.

—Creo que no hay necesidad de responder cuando lo estás viendo, ¿verdad? —respondió con descaro.

«¡Qué cinismo!»

—¿Qué habría pasado si alguien más o incluso mi secretario hubieran entrado?

—Pero no sucedió. Según tengo entendido, aquí no entra nadie que no sea usted o su secretario, y sinceramente, me es indiferente quién entre. Es una necesidad fisiológica. Mejor ven y ayúdame, esta simple foto no ayuda mucho, y ver la cara de Zaiden me enfurece.

—¿Qué hice para que este imbécil se cruzara en mi camino? —murmuró Alexander observando el techo —. Está loco si piensa que haré algo así en mi lugar de trabajo —el contrario sonrió ladinamente ante la respuesta.

—¡Oh! Así que, ¿si estuviéramos en otro lugar, lo harías?

—Y-yo no quise decir eso, no ponga palabras en mi boca. Será mejor que se retire, cualquiera puede entrar.

En un descuido, sus ojos se desviaron hacia el miembro del hombre que aún estaba al descubierto y duro, quedando atónito.

«¡Reacciona, Alexander Volkov! ¿Qué estás viendo?»

Dmitry, sin intención de retirarse, se levantó del asiento, ajustó su pantalón, caminó hacia el pelinegro, haciéndolo retroceder lentamente hasta chocar con la puerta y colocó sus manos a la par de su rostro.

Lo tenía tan cerca, pero tan cerca que...

Momentos antes...

Mientras esperaba a Dmitry, este echó un vistazo a la oficina: amplia, limpia, con un ventanal de vidrio que ofrecía una vista impresionante de la ciudad desde lo alto. Sin embargo, una imagen poco saludable de Alexander se dibujó en su mente. Negó con la cabeza, pensando que estaba perdiendo la razón. Llevaba días obsesionado con ese hombre desde su encuentro candente en la playa.

Revisó el escritorio y encontró un retrato: la foto de Alexander y su amigo. Alexander mostraba una sonrisa, la misma que vio aquella noche, pero la de Zaiden la reconocía, esa sonrisa. Forzada. La misma que él observaba cuando eran jóvenes y los demás chicos se burlaban de él por no tener dinero, sonriendo mientras afirmaba ser algo que no era. Esa sonrisa que desplegaba cuando intentaba demostrar una felicidad inexistente.

Sus ojos volvieron a Alexander Lombardi.

«Realmente es encantador», pensó, acercándose más a la foto y examinándola detenidamente. Notó algunos lunares en su rostro, especialmente uno en la mejilla y el labio. Parecía que, a pesar de las veces que lo había visto de cerca, no había notado esos pequeños detalles.

Lost In The Feelings [BL+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora