• CAPÍTULO 22 •

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En la ciudad de Cambridge, Pierce Hearts, el abogado, se encontraba en una de sus residencias, meticulosamente planificando cada detalle después de su encuentro cara a cara con Alexander. A pesar de tener al pelinegro consigo, no esperaba encontrarlo en tan lamentable estado; era, sin duda, lo más precioso para él.

—¿Por qué te resististe ante mí? — preguntó Pierce, tomando la mano de Alexander—. Solo deseaba que estuviéramos juntos, como tú y yo lo anhelábamos, Alex... — murmuró mientras el mencionado yacía en un profundo sueño.

Una semana antes...

Las heridas aún ardían en su piel; la sangre recorría su rostro desde la cabeza, los dolores aumentaban en intensidad. Alexander, esperando ayuda tras un accidente, salió corriendo desesperadamente cuando vio al conductor del otro vehículo en peor estado que él. Olvidó su móvil en el auto y, temeroso, cayó de rodillas al sentir que sus piernas ya no resistían más. En medio de la desesperación, cerró los ojos al escuchar una gran explosión, encontrándose solo y sin auxilio inmediato.

Después de un tiempo, sintió que alguien lo levantaba en brazos. Sin embargo, el miedo persistía, sus ojos no querían abrirse, y anhelaba ver a la persona que lo cargaba de manera delicada pero firme.

—D-Dmitry, ¿E-eres tú...? — tartamudeó Alexander al divisar la silueta de Dmitry. Pensar que el rubio lo asistía le brindó cierta tranquilidad, pero al escuchar su voz, reconocida pero no reconfortante, el miedo se apoderó de él. Haciendo un esfuerzo con las escasas fuerzas que le respondían, se soltó de los brazos contrarios, sintiéndose perdido mientras corría, la colisión con el vidrio de su auto cobraba su precio, todo se volvía borroso y parecía no haber salida.

—Mi amado, Alex. No corras de mí... — gritó lentamente el hombre de cabello negro con ojos grises, llenando de miedo al pelinegro—. Alex, es nuestro momento de estar juntos, esta vez nadie nos separará — declaró, acercándose cada vez más a Lombardi, quien, sin más fuerzas, cayó.

Un hombre lo levantó por la espalda, dando lo último que le quedaba. Alexander intentó liberarse de ese gran hombre.

—¡Su-Suéltame! — gritó, lanzando un puñetazo al hombre cuando logró soltar una de sus manos, pero eso no evitó que lo soltaran.

—Mi amado, ¿No me reconoces? Debe ser por el golpe, ¿Verdad? — cuestionó con una sonrisa aterradora.

—¿Q-Qué quieres... Pierce? —preguntó, haciendo que el contrario sonriera al ser mencionado.

—A ti, por supuesto.

—¡Estás demente, déjame ir!

—Mi Alex... — sonrió mientras acariciaba la mejilla ensangrentada, la cual lamió gustosamente —. Ahora que te tengo, jamás volverás a separarte de mí. — declaró, sembrando el terror en Alexander. En el forcejeo con el hombre detrás de él, logró agarrar el arma que llevaba a su costado. Sin saber cómo usarla y temblando, apuntó a Pierce y disparó, impactando en el hombro izquierdo.

Pierce sonrió aún más al verlo llorar; era una de las expresiones que buscaba en Alexander. A pesar de la herida de bala, eso no le importaba; el dolor era insignificante.

Alexander, aún con el arma, intentó otro disparo, pero otro hombre llegó. Al ver a su jefe sangrando, su enojo aumentó, y sin pensarlo, comenzó a golpearlo hasta que, con un fuerte puñetazo, Alexander cayó, su cabeza impactada por una piedra grande, deteniendo al hombre de cabello negro con rojo.

—¿Eres idiota, D'arcy? — comenzó a gritar Pierce.

—Jefe, él inten- — un golpe en su mandíbula lo detuvo.

Lost In The Feelings [BL+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora