• CAPÍTULO 23 •

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Dos semanas adicionales fueron suficientes para que los intensos dolores disminuyeran por completo en el cuerpo de Alexander. A pesar de la visión borrosa, se notaba una mejora notable gracias a los cuidados proporcionados por su esposo y al cariño que los niños pequeños habían desarrollado por él en tan poco tiempo.

Los empleados lo observaban con desdén, pero evitaban presentar quejas a Pierce, conscientes de que ello resultaría en despidos o incluso consecuencias más graves. La importancia de Alexander para el jefe era evidente, y el pelinegro temía que Pierce pudiera llegar al extremo de causar daño a alguien por su culpa, aunque no deseaba tal desenlace.

Durante ese periodo, Pierce empezó a compartir espacio con Alexander, invirtiendo tiempo en mimarlo y cuidarlo. No había dudas del afecto, o más bien la obsesión, que el hombre sentía hacia él. Alexander, consciente de la situación, trataba de mantenerse alerta ante la actitud de su captor.

De alguna manera, debía acostumbrarse y adaptarse a la presencia de Pierce por el momento. Besos y caricias desencadenaban reacciones en su piel, pero el miedo persistía. Alexander recordaba vívidamente todo lo ocurrido antes de caer en un sueño profundo de un mes.

Al despertar y examinar su entorno, experimentó un profundo temor. En ese momento, no había nadie en la habitación para notar su despertar. Sin embargo, al observar y escuchar a Pierce en días sucesivos, Alexander se convenció de la necesidad de mantenerse con vida. Pensaba en las personas que lo imaginarían desaparecido o, peor aún, muerto. La sola idea de ver a su madre llorando, como lo hizo cuando perdió a su padre, o a su mejor amigo Killian y a Dmitry, lo impulsaba a sobrevivir.

«Dmitry.»

Si había alguien a quien anhelaba abrazar en ese momento, era Dmitry. En tan poco tiempo, había desarrollado sentimientos que oscilaban entre el cariño, el deseo y el amor. Ahora, al reflexionar, reconocía que posiblemente fueran los tres, pero no dudaba de que quería ver a Dmitry. Sin embargo, debía sobrevivir en ese lugar, con esa persona y estando solo.

Una idea cruzó su mente, repasando los recuerdos. Era un hecho que la parte más afectada era su cabeza. Esperaba que, al afirmar que no recordaba nada, el médico y Pierce le creyeran. Y así fue. No obstante, no anticipaba que el médico le revelara la pérdida de memoria a largo plazo. Agradecía la ventaja, que le ofrecía una oportunidad de escape.

Durante las dos semanas siguientes, Zielle y Elijah, los niños, visitaban su habitación, donde a veces dormían y jugaban. Zielle, animada y expresiva, contrastaba con la timidez de Elijah, quien parecía carecer de amigos de su edad.

«¿Qué niño tendría amigos cuando se está rodeado de hombres con caras de póker? Que tonto soy.»

Alexander se preguntaba si eran realmente hijos de Pierce y, de ser así,

«¿Quién era la madre? ¿Dónde estaba?»

A pesar de la conexión que sentía, consideraba la posibilidad de no crear lazos con Zielle y Elijah para facilitar su eventual partida.

Amaba a los niños.

—Quiero jugar contigo. — dijo Zielle, haciendo pucheros.

Aceptó cargarla viendo de soslayo al pequeño que lo observaba desde la lejanía.

—Claro, vamos a tu habitación. — Alexander, centrado en encontrar pruebas en contra de Pierce, decidió dejar dormida a Zielle y a Elijah, que lo seguía a una distancia considerable.

Hasta ahora, sabía que estaba en Cambridge. Las paredes delgadas de la oficina en la casa de Pierce le permitieron escuchar conversaciones. Fue sorprendente descubrir que Pierce Hearts fue el responsable de que Alexander descubriera la verdad sobre su ex-esposo. Escuchó cómo Pierce se regodeaba al confirmar que Killian y Dmitry, al intentar ayudarlo, terminaron alejándose de él. Todo el plan había tenido éxito, pero la última revelación lo hizo sentirse culpable, especialmente con su mejor amigo.

Lost In The Feelings [BL+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora