• CAPÍTULO 14 •

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—¿Alex?

Era su madre.

Saber que la persona que estaba frente a él había presenciado todo, su mirada baja, la vergüenza que no le alcanzaba, y la certeza de que ella estaría decepcionada de él, le dolía profundamente. Si no hubiera sido por ese hombre que ahora estaba atónito frente a él. Y no entendía por qué, después de todo, él era quien estaba en serios problemas, no Volkov.

Dmitry observó a la madre de Alexander, y ella a su vez lo miraba con reconocimiento, no solo por su carrera como modelo, sino más allá de la vida profesional.

Tiempo atrás...

Victoria Gauthier, siendo joven y aún en la universidad preparándose para dirigir la empresa de su padre, conoció a una chica hermosa y encantadora, tanto física como emocionalmente. Natasha, que en ese entonces era introvertida pero cambiaba su expresión aterrorizada cuando un automóvil la recogía, se convirtió en su amiga. Aunque no había una confianza profunda, compartían gustos por la moda y objetivos similares.

Sin embargo, los sueños de Victoria se desmoronaron cuando el hombre que tomó a Natasha como esposa le prohibió estudiar y perseguir sus objetivos. En esa época, las mujeres eran casadas según los acuerdos familiares, y Natasha terminó casándose con Mikhail Romanov, un adinerado empresario con quien su familia llegó a un acuerdo. Desde entonces, Victoria perdió el rastro de su amiga.

Hasta hace poco, Victoria descubrió que Natasha tuvo un hijo, que aproximadamente tendría la misma edad que su hijo Alexander. También se enteró de la muerte de su amiga y de que su hijo, Alexander, había seguido la misma carrera que su madre y se había mudado a Estados Unidos.

Tiempo actual...

—¡Mamá! ¿Qué haces aquí? —preguntó Alexander nervioso, captando la atención de ambos.

—Solo vine a buscarte, pero vaya sorpresa, Alexander. Me esperaba cualquier cosa menos esto —dijo en tono serio, haciendo que el pelinegro bajara la mirada.

—Y tú, Dmitry Mikhailovich, ¿qué piensas que estás haciendo con un hombre casado y, además, cuyo esposo está cerca de aquí?

Dmitry simplemente la observó. Claramente era la madre de Alexander. Al principio, la miró con atención, y ciertamente era la misma mujer de la que su madre le hablaba mientras le mostraba recortes de periódicos, aquella amiga que había tenido y que quería volver a ver antes de fallecer debido a la enfermedad y los disgustos que le causaba su esposo.

—Yo... —volteó a ver a Alexander—, ¿desde cuándo está ahí, señora?

«No puede ser» se dijo Alexander, sorprendido por la audacia de Dmitry frente a su madre.

—Madre, cambiemos de lugar... Y tú quédate aquí— Fue lo último que expresó, antes de retirarse con la Sra. Victoria.

En la habitación, madre e hijo compartían un silencio incómodo, una rareza entre ellos, pues solían hablar de todo. La confianza que una vez floreció ahora se veía amenazada.

—¿Qué fue eso, Alex?

—Yo... No lo sé, mamá. No sé qué me está pasando, no entiendo lo que estoy sintiendo. —confesó, buscando sus ojos. En los suyos, se reflejaba la confusión y el deseo de llorar, pero procuraba mostrarse fuerte ante la mujer que le dio la vida.

—¿No lo sabes? Cuando firmaste esos documentos con Zaiden, afirmaste tener claros tus sentimientos, Alexander Lombardi.

—Eso creía, pero ahora que Dmitry ha aparecido... Empiezo a dudar.

Desde que Alexander presentó a Zaiden Roux, Victoria nunca simpatizó con él. La presencia de ese joven le resultaba desagradable; sentía la necesidad de apartar a su hijo de él. Sin embargo, su hijo, siempre absorto en su trabajo insistía en que Zaiden era una buena persona y que lo amaba. Cuando anunciaron su matrimonio, un presentimiento oscuro la invadió, pero decidió no tomarle importancia. Su esposo había fallecido en un accidente y ella solo tenía a su hijo para apoyarse. No quería interferir en la felicidad de su pequeño, así que aceptó, principalmente por él.

Lost In The Feelings [BL+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora