Lost In The Feelings [BL+18]

• CAPÍTULO 07 •

Dmitry se aproximó velozmente al lugar donde se encontraba Alexander, tomando por sorpresa al besarlo en la mejilla.

«Qué gesto tan tierno», pensó al ver el sonrojo que afloraba en su rostro, desconcertando a los presentes en el entorno.

—Es un placer encontrarte tan pronto —mencionó Dmitry, mostrando más alegría de la que esperaba tener.

—Lástima que no pueda decir lo mismo —respondió Alexander con brusquedad, llenando de un sepulcral silencio el lugar. Solo las olas rompiendo en la playa resonaban, mientras todos observaban al par.

«Definitivamente, no congeniarán bien, ni ahora ni en el futuro», reflexionó Josh, ya informado sobre el contrato entre Volkov y Lombardi.

—Bueno, me alegra que ya estén aquí, Josh y Dmitry —intentó relajar el ambiente Archie —. Solo no esperaba que se conocieran —añadió, observando al par frente a él.

—Archie, resulta que estaré trabajando próximamente en la empresa de este joven aquí —Alexander frunció el ceño.

Archie, atento a las palabras de su compañero, comprendió lógicamente que la empresa del recién conocido sería el nuevo lugar de trabajo de Dmitry.

—¿Eres el propietario de Olympus Style Models? —preguntó, obteniendo un asentimiento del hombre —. Vaya, qué coincidencia. Desde mañana, estaré trabajando allí.

Alexander, algo sorprendido, al igual que Killian, intercambiaron miradas.

—No lo sabía —comentó Killian —. Supongo que Zaiden buscó más modelos —dijo, pensativo.

—¡Correcto! Se comunicó con mi representante. Supongo que es alguien importante en la empresa.

—Es mi esposo —respondió Alexander con una sonrisa tímida, aunque sus expresiones aún mantenían cierta dureza. Dmitry volvió el rostro al escucharlo, captando la atención de Josh.

—De las cosas que uno se entera —murmuró Archie, sorprendido. Su actual jefe no parecía preocuparse por las opiniones de los demás sobre su orientación sexual, ya que alguien temeroso de los juicios sociales no admitiría su relación de esa manera.

La conversación continuó entre ellos, algunos rememorando viejos momentos, otros absortos en la contemplación del horizonte. En ese momento, Alexander recordó que siempre llevaba consigo una cámara y se puso de pie.

—Ya vuelvo, iré a buscar algo al auto —todos asintieron y retomaron la charla, siendo Volkov quien no dejaba de observarlo.

Al llegar al automóvil, buscó la cámara y, por un momento, temió no encontrarla. Sin embargo, minutos después, la halló. Con una sonrisa de oreja a oreja, regresó justo a tiempo para capturar la imagen; aunque solo fuera una, la emoción y el lugar merecían más que una instantánea. Todo el tiempo mantuvo una sonrisa; apreciaba verdaderamente ese tipo de entornos, lamentablemente, rara vez se daba el tiempo de admirar semejante belleza natural.

Dmitry, notando la emoción del pelinegro, se acercó a él, rodeándolo sutilmente por la cintura sin que nadie lo notara.

—Realmente, ¿no disfrutas de mi compañía? —le susurró al oído.

Hablarle al oído se había convertido en una costumbre para el ruso en tan poco tiempo, lo cual ponía nervioso a Alexander.

—Así es. No me agrada la idea de tenerte tan cerca, y mucho menos de esta manera —respondió, aunque no mostraba resistencia a su contacto.