En una apacible mañana, Alexander se hallaba recostado en los brazos de su esposo, quien convertía cada día en una experiencia memorable. Zaiden, un romántico innato, conquistaba su corazón con cada gesto cuidadosamente pensado.
El sol, radiante, se filtraba a través de las cortinas, acariciando delicadamente las mejillas y el desordenado cabello castaño de Zaiden. Al observar el rostro de su esposo, Alexander quedó inmerso en sus pensamientos. Siempre había creído que este parecía un niño al despertar.
«¿Quién habría pensado que este hombre frente a mí sería mi esposo después de tantos años?»
—No me mires así —intervino Zaiden, percibiendo la intensidad de la mirada de Alexander—. No ves que me sonrojo.
Lo expresó de manera juguetona, provocando una risa suave por parte del contrario.
—No me culpes; pareces un niño cuando despiertas —acarició su cabello.
Zaiden le observó con los ojos entrecerrados, llenos de sospecha. Había algo en Alexander que él conocía a la perfección: su esposo no tenía vergüenza al expresar sus sentimientos, especialmente hacia él.
Alexander disfrutaba expresar cuánto lo quería y el impacto que Zaiden tenía en su vida.
—¿Sí? Yo diría lo contrario —comentó, sellando sus palabras con un beso en la mejilla—. Especialmente cuando frunces el ceño y haces gestos con la boca.
—Bien que te gusta, no te hagas. Si no fuera así, no me darías lo que quiero cuando lo hago —se acomodó en sus piernas, adoptando una posición más cómoda.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de Alexander; el hecho de que su esposo participara en su juego le recordaba los primeros años juntos.
Zaiden lo miró con complicidad, consciente de la impulsividad y descaro de su esposo, así como de cuánto disfrutaba provocarlo y de lo mucho que se aprovechaba de ello.
—Bien, levantémonos. Debes ir a trabajar, y yo también, o nos despedirán —le recordó mientras se apartaba, dejándolo en la cama.
—¿Es en serio? —suspiró—. Por si no lo recuerdas, soy el líder de la empresa.
Le recordó mientras se levantaba también.
—Sí, eres el dueño, pero yo no —expresó mientras observaba a Alexander despojarse de la ropa y dirigirse a la ducha.
—Eres mi esposo, y es como si tú también lo fueras. Es ‘nuestra’ empresa—explicó al abrir la llave de la ducha—. Vamos, Zaiden, eres uno de los mejores agentes de modelos en la empresa —le recordó enfatizando esa palabra que tenía un significado profundo para él.
—Sí, sí. Lo que tú digas —se rindió en continuar la conversación mientras entraba con él a la ducha—. Lo que diga mi esposo, pero no hay que aprovecharnos de eso.
—Ajá. Vamos, apúrate; aún debemos desayunar, y no quieres llegar tarde, ¿verdad? —comentó divertido mientras se dirigía a vestirse.
Alexander se vistió con elegancia: un pantalón de traje beige, una camisa de cuello alto negra, accesorios minimalistas, como un collar regalo de su esposo, aretes discretos, zapatillas negras brillantes, su infaltable reloj, perfume y un abrigo a juego con el pantalón.
Finalizó cepillándose su rebelde cabello negro.
Considerando que su rostro no requería de más, pensó que lucía perfecto tal como era, aplicando únicamente una crema para la piel.Se miró en el espejo, convencido de que estaba impecable.
[…]
Después de una hora y media, descendieron del automóvil en el estacionamiento de la empresa. Zaiden abandonó el vehículo por su lado, mientras que Alexander lo hizo por el lado del conductor.
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Lost In The Feelings [BL+18]
Roman d'amourFrente a sus ojos se erigía una tentación irresistible, un deseo avivado por la sola intensidad de su mirada, así fue la llegada de Dmitry Mikhailovich Volkov a su vida. Una conexión inesperada, tejida en circunstancias impensadas, donde un encuentr...