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Evan.

Habíamos manejado ambos por alrededor de cuatro horas, estabamos bastante lejos de donde rodábamos.
Y justo cuando llegamos, nos tiramos sobre la cama para dormir, asi qué cuando ya era de noche fue cuando despertamos.

Debatiamos sobre qué podríamos cenar, no había realmente nada cerca de la casa de campo, asi qué tocaba qué cualquiera de los dos se disponga a ir por la cena. No podría dejarla ir sola, mucho menos de noche. Asi qué me ofreci, además, tenía planeado comprar algo para dárselo.

No estábamos saliendo de manera oficial, sabía que debía preguntarselo, nunca perder las viejas maneras de hacerlo. Asi qué por ello debía regalarle algo.
Sabía cuanto le encantaban las flores, pero una en específico.

La flor negra qué le regalé cuando recien comenzabamos a salir, y la misma qué pinté para llevársela a los premios donde obviamente ganó.

Asi qué de regreso a la casa, y con la comida en las manos y la flor blanca qué tuve qué comprar, era una lástima qué no existieran las flores negras. O al menos no hasta donde se.
Cuando me detuve frente a la casa, me apresuré a pintar la flor, la pintura era en aerosol, asi qué la flor moriría pronto, y aquello era una lástima.
Pero no me podría dar el lujo de pintarla con pincel, tardaría más de una hora en secar y no quería asustarla con mi demora.

En cuanto baje del auto con las bolsas de comida, y la flor en la mano, iba debatiendo en mi mente qué decirle o como preguntárselo.

Rose.

Estaba ordenando la casa, tenía polvo y es qué paso hace exactamente un año desde qué vine aqui con ryan. Me sentía mal por haberlo traido a un sitió donde hice casi todo con la persona que amaba y amo aún.

Antes de qué pudiera seguir limpiando, la puerta de la entrada se abrió dejandose ver a un evan sonriente, con dos bolsas de comida en una mano y en la otra una preciosa flor negra.
Comencé a reír por ello, y me llevé una mano a la frente acercandome a evan y ayudándolo a dejar las bolsas sobre la mesa.

Evan me tomó por la cintura, y me entregó la flor.

- Es la flor más hermosa qué podría ver en toda mi vista. - confese.

- Lo se. Y como no si quien la pintó fui yo. - dijo riendo contagiandome de su preciosa risa. - Rose, hemos estado saliendo durante meses de una manera no oficial. Nos hemos estado besando, me haz apoyado en tanto y es obvio qué me muero por estar contigo nuevamente. Hace algunos años no creía posible este momento, pero esta sucediendo.

Yo solo lo escuchaba, mientras observaba su hermoso rostro.

- Rose te amo.

- Te amo evan. - dije.

- Dejame terminar - dijo casi rogando, yo reí nerviosa. - Rose, quiero qué seas mi novia. Quiero qué lo volvamos a intentar, qué esta vez funcione, daré absolutamente todo de mi por ti, sabré respetar los tiempos en los qué te encuentres filmando una película o lo qué sea qué hagas en un futuro. Quiero recorrer ese camino solo contigo, de otra manera no me veo con nadie más que contigo.

Estaba tan sensible, que una lágrima se deslizó sobre mis mejillas.

Tal vez si sea diferente, eramos algo inmaduros y no pensabamos las cosas que hacíamos, pero ahora se que si, y qué podría funcionar.

- Y quizás casarnos...- dijo alzando las cejas, notando su rostro casi debil por decir aquello, sus palabras parecían estudiadas. Me acerqué a su rostro de puntillas, y lo bese en la mejilla.

- Contigo hasta donde sea evan.  - dije esta vez abrazándolo. Cuando deje de hacerlo, evan colocó sus manos sobre mis mejillas y me besó, tan apasionadamente como nunca.

Estaba dispuesta a intentarlo, y sabía que funcionaria todo esto.

Style - Evan PetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora