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Evan.

Rose me había casi obligado a subir a la montaña rusa, y justo cuando bajamos de ella estuve a punto de vomitar, menos mal qué ella me sostuvo para qué no me siguiera tambaleando.

Seguía arrepentido por mi forma de actuar con ella, no merecía qué la insultara ni mucho menos le gritara.

Ella supo perdonarme, pero muy dentro de ella se notaba aterrorizada por mi actitud. A pesar de fingir qué estaba bien, llegaba un punto en el qué necesitaba llorar para sacarlo todo, por eso me había ausentado tanto en las salidas de compañeros de trabajo.

No me gustaba mi soledad, pero tampoco quería ver molestos a mis compañeros de trabajo por mi actitud, asi qué lo mejor era mantenerme un poco alejado.

Menos mal nadie se nos había acercado a pedirnos fotos, me sentia tan terrible, qué no sería capaz de darles la foto a los fans.
Simplemente quería volver a mi camper y llorar.

Cuando entramos al auto de rose, mientras ella se colocaba el cinturon de seguridad la observaba.

No entendía absolutamente nada, solo quería volver a besarla, la forma en la qué me hizo saber qué aún me quería, o qué todavía me amaba me hacía sentir no del todo bien, pero me alegraba qué alguien todavia estuviese interesado en mi salud.

- ¿A donde quieres ir?. Estuviste serio en todas las atracciones, y ahora me siento mal por obligarte a salir.

Se notaba qué estaba triste, y yo no quería ser el motivo de su tristeza.

- Es solo qué estoy un poco abrumado, el golpe a la realidad es muy abrupto. Siento ser tan estupido.

Rose tomó mi mano y la acarició, sus manos estaban un poco calidas.

- No, no. Esta bien. Discúlpame tu a mi. - dijo, y nos invadió un silencio qué anteriormente no había sido incomodo, y ahora si.

- ¿Y si vamos a descansar? Estoy agotado. Y no quiero vomitar tu auto. - dije.

- Si, lo qué gustes. - dijo asintiendo. Me coloqué el cinturón de seguridad y ella comenzó a avanzar el auto.

Después de media hora, y de escuchar canciones en la radio, qué finalmente no eran terribles, estacionó su auto en el set qué se encontraba en las casas privadas, y ambos bajamos de el.

Ibamos en silencio, ninguna palabra salía de nuestras bocas, y ahora me sentía peor por como estaba actuando.

Antes de qué ella decidiera entrar a su camper, la sostuve de la mano.

- ¿Puedes quedarte conmigo un rato? - pregunté. Ella se quedó pensando unos segundos, quizás creía que mi camper seguía horrible, pero menos mal antes de qué saliera con rose lo había acomodado. Ya no estaba terrible.

- Claro. - asintió.

En ningún momento la solte de la mano, hasta qué entramos a mi camper, pude notar su rostro lleno de sorpresa, seguro no se esperaba el gran cambio qué tuvo este lugar desde qué me invitó a distraerme.

Me dirigí a la cama qué se encontraba en la pequeña recamara del camper, y me estire sobre ella observando el techo.

- Acuestate junto a mi. - dije resoplando. Ella no dijo nada, y solo sentí un ligero hundimiento en el colchón, mientras ella imitaba mi acción. - Se qué fui un idiota esta mañana, y no sabes cuanto me arrepiento.

- Evan, esta bien. Te dije qué todo estaba bien.

- Se qué no lo esta rose. Se cuando mientes. - confesé. Vi de reojo como ella cerraba los ojos con fuerza. - No debía tratarte como lo hice. Rose de verdad te amo, estoy enamorado de ti de toda la vida, y lo qué más me duele ver es como la mujer qué amo intenta ser fuerte frente a mi, solo para hacerme sentir bien.

Ella se dió la vuelta esta vez observandome, y yo gire un poco mi cabeza para verla, sus hermosos ojos me hipnotizaban siempre.

- Es cierto qué no es para nada fácil esto para mi. - confeso. Asentí mientras ella hablaba. - Pero si pones todo de tu parte y me dejas ayudarte, te juro qué jamás fingire una sonrisa evan. Diremos todo, lo qué nos parezca correcto y lo qué no.

Ella junto su frente con la mía y cerro sus ojos.

- Solo déjame ayudarte. Déjame hacerte saber lo mucho qué te amo.

Su voz me volvía tan debil como una hoja de papel mojada, escuchar qué también me amaba me ilusionaba de una manera tan grande qué no podía explicarlo.
Ella alzó su vista, rozando su nariz con la mía, y acto seguido con su mano acarició mi mejilla.

- Odio verte así. - dijo, sus ojos estaban rojos, como si estuviese a punto de llorar. Gire mi cuerpo frente a ella, para asi no sentirme un poco incomodo por mi posición. E igualmente con mi mano acaricié su delicado rostro.

- Juro qué no me rendiré. No es algo con lo qué quisiera vivir toda mi vida. - dije. Ella sonrió débilmente, y podía ver en su rostro qué se sentía aliviada por mi respuesta.

Por qué si lo haré, dare todo de mi para qué hacer este papel sea sencillo, y no me interrumpa mi felicidad.
Tal vez cuando terminaramos de grabar esta temporada me daba un descanso en las pantallas. Murphy me lo debía.

Style - Evan PetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora