CAPÍTULO 1

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—Señorita Valeria, hemos llegado.

Luego de viajar durante tres horas desde Roma hasta Francia, la rubia no había hecho nada más que quejarse porque su padre la había dejado hablando sola, para acabar dormida luego de bajar del avión.

—Ya era hora, este dolor de cabeza ya me estaba matando.

Llevaba meses sin una gota de alcohol en su sistema y eso era lo que en realidad la estaba matando.

—Su padre se encuentra en la sala principal, él la espera junto con una visita-informó el hombre que llevaba sus maletas.

—Súbelas con cuidado, mis perfumes CHANEL podrían dañarse.

—Si, señorita Valeria.

Odiaba qué su padre la estuviera esperando, en su mente ya podía imaginarse todo el sermón qué éste le diría.

Bonne nuit, ¿hay alguien en casa?

—Por fin que llegas. Te estaba esperando.

—Oh, padre ¡Te extrañe mucho! —corrió hasta el hombre para abrazarlo y darle un beso en la mejilla. Aunque estuviese enojada con este, era el único que tenía a su lado desde que su madre murió cuando era una niña.

—Yo también, pero princesa, tenemos visita—correspondió el abrazo de su hija en un corto tiempo antes de soltarla.

—Buena noche.

Valeria presto atención al hombre detrás de su padre, parecía ser alguien mayor debido a la pequeña barba que este traía, lucia un elegante traje color azul y traía su cabello rubio perfectamente peinado hacia atrás. Tuvo que voltear un poco hacia arriba para verlo a la cara, puesto que este era un poco más alto y no pudo evitar fijarse en los ojos avellana del contrario.

—Cariño, él es Terence; Terence Legrand, dueño y jefe de la Compañía Legrand.

Valeria solo pudo verlo sin emoción alguna, no sabía qué hacia ese tipo en su casa, mucho menos el porqué su padre se lo estaba presentado. Sin embargo, no podía mostrarse como alguien despreciable.

—Un gusto. Seguro mi padre ya le ha dicho mi nombre—extendió su mano frente a éste.

—Así es, también la he estado esperando. Sin duda alguna, es un placer tenerla aquí—tomó complacido la mano de la rubia para depositar un beso en el torso de la misma.

—Bien, ahora puedo deducir qué hay algo que tienen por decirme. No es por nada pero, vengo cansada, así que espero que vayan directo al grano.

—Valeria, el señor Legrand ha venido a proponerte matrimonio—el padre no pudo evitar soltar de golpe lo que tenían planeado, era mejor si su hija estaba al tanto de lo que pasaba. Sin embargo, Valeria no pudo evitar reírse al escuchar a su Padre decir esas palabras.

—¿Esta es una de tus bromas también, para obligarme hacer lo que tú quieres? Enserio, tienes que estar bromeando. Ya te he dicho que sabré comportarme de ahora en adelante—comento entre risas la joven—Lo siento, Señor Legrand, no pienso casarme con ningún hombre qué no pueda darme lo que me merezco y no se ofenda, pero dudo que usted pueda hacerlo. Además, tampoco es mi tipo, sabe.

Mi vida a a tu lado [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora