CAPÍTULO 26

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Desesperado.

Así era como se sentía Gregorio Murie al no recibir respuesta alguna de su hija.

Había estado llamándola y escribiéndole. Sin embargo, Valeria ni si quiera se molestaba en atender. La última vez que la rubia respondió y habló con él, ambos terminaron discutiendo.

Gregorio le exigía a su hija más dinero del que ya le había dado, pero Valeria no podía pedirle más a Terence y menos cuando esté le dijo que únicamente gastaría en ella y que suficiente era que Gregorio manejara la agencia. Por lo que su padre debía hacerse a la idea de no contaba con su apoyo.

No es que la agencia no le generará ganancias, simplemente no tenía acceso a todo el dinero, ya que otra persona designada por Terence era quien manejaba los fondos.

Así de controlado estaba y eso ya lo estaba hartando.

—Legrand se está pasando de listo. Ni si quiera puedo acceder a los fondos secretos.

—¿Tanto poder tiene sobre ti?

Cuestionaba su invitado del otro lado de la mesa.

—Es un maldito gánster que sabe casi todo lo que ocurrió y se aprovechó de eso. Además, perdí una fortuna jugando con él.

—¿Ese joven te gano en las apuestas? Nunca habías perdido.

No se lo creía.

Gregorio Murie llevaba años jugando y siempre salía con miles de millones, aunque fuese dinero sucio.

—También jugó con mis socios, aunque ellos perdieron menos que yo. Solo tuvimos mala suerte esa noche. Sim embargo, todo se complicó con el accidente de Valeria.

—¿Y cómo se enteró? Se supone que tú te encargaste de callar a todo aquel que estuvo implicado.

—Después de perder en el casino. El muy hijo de puta desapareció dejando una tarjeta con sus datos para ponerme en contacto con él cuando quisiera volver a jugar—exclamaba si humor—para el colmo, fue él quien encontró a Valeria el día del accidente. Desde entonces se involucró en todo.

—Por como te expresas de él, parece ser un hombre muy inteligente.

Opinaba el contrario con el ceño fruncido. Era la primera vez que alguien les estaba dando problemas.

Pero claro que lo era, si no, no estuviera logrando lo que quería. Hacer temer a Gregorio Murie y todos aquellos que fueron cómplices.

—A veces creo que él está detrás de todas esas pruebas que me llegan por correo.

Suponía el hombre, juntando sus manos sobre la mesa. Estaba muy pensativo, no hallaba otra respuesta. Aunque no sabía de qué forma podía estar al tanto del asunto de Angelina. Tampoco podía suponer que era lo que ganaba con eso, si fuera el caso, ya no tenía nada para quitarle. Entonces lo descartaba como sospechoso.

—Conozco gente que puede ayudarte para investigarlo a fondo.

—Eso fue lo primero que hice cuando me pidió casarse con mi hija, pero nunca encontré nada. Ese hombre no tiene ni una multa.

—¿Así que fue por eso que me pediste darla de alta?

Su invitado era el director de la clínica de rehabilitación. Un buen amigo suyo desde la universidad, y al cual había ayudado en múltiples ocasiones. Por eso creyó que podía devolverle esos favores justo ahora.

—El maldito también me investigó, afortunadamente no encontró nada más que mis proyectos y mi vida familiar. Fue allí cuando de repente se interesó por Valeria.

Mi vida a a tu lado [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora