CAPÍTULO 5

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—Tengo una reservación a nombre de Valeria Murie.

—Por supuesto, síganme.

La rubia había llegado al lugar a la hora indicada y justo en la entrada del mismo se había topado con su amiga.

—Enserio, es increíble que nos haya conseguido una reservación tan rápido, yo solo tenía planeado ligarme al anfitrión para que nos consiguiera una mesa—contaba la peli negra, quien tomaba del brazo a la rubia mientras caminaban hasta el lugar indicado.

Si algo mantenía entretenida a Valeria, era las ocurrencias de Céline.

—Hubiera pagado por ver eso—reía por lo bajo, pero tan pronto como llegaron a la mesa, la mujer se puso seria.

—Es aquí, el señor Legrand nos ordenó preparar un lugar en el que pudieran estar en privado, así que preparamos la terraza solo para ustedes dos—explicaba el chico mientras les abría paso al lugar—aquí tienen los menú, un camarero vendrá enseguida a atenderlas—dijo por último al ayudarlas a tomar asiento.

Ambas chicas le agradecieron amables y cortes. Una vez solas, la peli negra fue la primera en hablar.

—Vaya, se ve que tu hombre es muy influyente, aún estoy molesta porque nunca me dijiste nada.

Mi hombre, ja—pensaba la rubia—si cómo no.

—Querida, ya te dije que era una sorpresa. No quería estar envuelta en los medios sin que nada fuera oficial, te imaginas que lo hubiera hecho público antes y el maldito rompiera conmigo al día siguiente ¡qué vergüenza!

De alguna forma u otra debía hacer que Céline se tragara todo el cuento.

—Es verdad, lo siento. Si yo tuviera a un hombre como el tuyo, créeme, tampoco me gustaría hacer pública la noticia—le daba toda la razón a la rubia—Al menos has conseguido un buen partido. Aparte de tener una fortuna, también es un hombre muy guapo y perdóname que te lo diga, pero es la verdad—Céline nunca se andaba con rodeos.

—Ningún hombre puede burlarse de Valeria Murie, fue por eso que me asegure de que fuera el indicado para pisar el altar. Yo no me iba a casar con cualquier idiota—fingía seriedad sobre el asunto.

—Así es, por cierto. Yo seré la madrina ¡verdad!—ahora estaba entusiasmada—No, espera, en el artículo decía que la boda sería en un mes ¿ya has planeado todo? Si es así, enserio me voy a enojar—Céline la quería mucho, por lo que la boda de Valeria también era de mucho significado para ella.

—Aún no tengo nada, pero por supuesto, tú serás mi primera dama de honor y mi testigo. Por cierto, también quiero que me ayudes a organizarla.

Eso sería suficiente para que la pelinegra dejará de hacer preguntas y se emocionara con el tema de la boda. Si de repente Céline preguntara algo relacionado a su "prometido" no sabría que decirle, no sabía nada de él.

—¡OMG! Por supuesto que sí. Val, me vas hacer llorar, te prometo que también seré tu madrina cuando tengas hijos.

—No pienso tener hijos, pero puedes ser tía de algún perrito que adopte en el futuro—comentaba con desagrado la rubia—bajaré al tocador, puedes ordenar por mí si llega el mesero.

—Me ofende, pero lo acepto—la pelinegra fingía dolor con su mano en el pecho—ya vete, yo ordenare tu favorito, no te preocupes.

Poniéndose de pie, Valeria tomó su bolso y dejo un momento sola a la pelinegra. Hasta hace un momento estuvo a punto de colapsar si su amiga no dejaba el tema de ella y su "prometido" debía relajarse de nuevo, quizá lavarse la cara y retocar su maquillaje. No podía verse nerviosa, eso pondría en duda su relación con Terence, al menos esta noche tendría que saber llevarla bien, pero sin duda debería de preguntarle a Terence algunas cosas, solo en caso de que alguien más la interrogara.

Mi vida a a tu lado [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora