CAPÍTULO 29

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Parecía que su gana de estar junto a ella se había vuelto imposible, aún cuando ambos estuvieran en el mismo lugar.

Mientras que la rubia conversaba y bailaba amena mente junto con Yulia.

Terence se encontraba sentado en unas de las mesas junto con Alonzo, siendo su única compañía.

—Ya ni sé para que me trajeron.

—Nadie quería traerte, tú te invitaste sólito.

Ahora se sentía ofendido.

—¿Y tú para qué veniste, si también estas aquí sentado?

-Yo vengo a respaldad a mi mujer. Siempre que va a algún lugar se mete en un lío. De lo contrario, hubiera dejado que viniera sola.

—¿No te hubiera molestado que viniera sola?

—Para nada, que los sentimientos de Yuia sean intensos, me hace sentir seguro de que soy el único en su corazón, por lo que yo también me encargo de transmitirle esa seguridad.

Muy sensato de su parte. Alonzo siempre parecía ser muy sabio, pero es que él no siempre se dejaba llevar por sus sentimientos, él también analizaba la situación. Sabía que para que existiera un vínculo fuerte se debía de ser afectivo de forma responsable y no solo dependiente.

Se debía de transmitir a la pareja lo que esa misma persona quisiera recibir.

—¿Por qué tienes que ser tan molestamente perfecto?

El rubio parecía ser la única persona incapaz de pensar de forma razonable en todo.

—Por qué... Espera-se detuvo en seco al entender lo que le pasaba—¿es por eso? ¿Sientes celos? Por eso estas aquí.

¿Ahora dónde metía su orgullo?

—No, no... Bueno, un poco si.

—¿No confías en ella?

No es que no confiara, es que muy dentro de él, sentía temor a que por algún motivo alguien la terminará apartando de él.

—No confío en nadie a excepción de ella... Bueno, y de ti.

—¿Gracias? Como sea, debes arreglar eso o tú mismo con tus celos sin importarcia la terminarán alejando.

La verdad es que a Terence Legrand le gustaba la exclusividad, y quizá también era un poco egoísta.

—¿Y cómo hago eso?

Qué supiera todo sobre los negocios, no quería decir que también supiera todo de ser un egocéntrico romanticista.

—Dale espacio, hasta a mi me asfixias con tu situación.

—Muy gracioso, soy el único amigo que tienes. Valorame.

En realidad Alonzo también era el único amigo que el rubio tenía. También era la única persona que conocía toda su historia realmente.

Ambos se conocieron a la edad de quince años, en la misma academia donde solían ir después de clases. Decidieron ir a la misma universidad juntos y desde entonces han sido cómplices leales, que se ayudaban y encubren en sus problemas.

Mientras que a Alonzo Rossi lo preparaban para ser un prestigioso abogado más de su clan. A Terence lo pulian para ser un verdadero Legrand y ser la cabeza del apellido cuando su abuelo muriera.

—Si, aún no sé cómo terminé siendo amigo de un tipo como tú.

—Dímelo a mi, un tipo tan recto como tú me da asco.

Mi vida a a tu lado [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora