CAPÍTULO 4

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El fotógrafo, los periodistas y hasta las estilistas habían llegado a su residencia. Terence creía que el jardín sería una buena opción para tomar las fotos, así que ahora varias personas se encontraban allí. Todos, menos él.

—listo, se ve espectacular. El señor Legrand tenía razón sobre que el negro la haría relucir-hablaban las personas encargadas de ella.

—Él ¿escogió esto?-Valeria vestía un hermoso vestido largo color negro con escote en V pegado al cuerpo que detallaba su figura.

—No exactamente, solo pidió que fuese en ese color-explicaban las mujeres.

El vestido no estaba mal, tenía que admitirlo, después de todo resaltaba su melena rubia y el traer el cuello descubierto le daba un aire sensual qué le gustaba. Todo estaba perfecto, el maquillaje, las luces, el ambiente. Dios, hasta ella lo estaba, pero por alguna razón el hombre que había preparado todo eso ni siquiera se había aparecido en toda la mañana.

—Oh, nos informan que el señor Legrand acaba de llegar, por favor puede salir al jardín. Él la espera.

Valeria era una gran modelo, siempre sabía como destacar, había subido y participando en miles de pasarelas y desfiles de moda, pero por alguna extraña razón, hoy se sentía nerviosa.

—Vamos Valeria, solo es una sesión de fotos más, no es la gran cosa. Lo has hecho mil veces-se repetía hasta llegar al jardín.

Ligeramente levanto la vista hacia el frente, posando su ojos en el hombre frente a ella, pero al verle parecía como si otro hombre diferente al que había visto antes hacía parado en ese lugar.

Diferente, se veía diferente. Quizá era por el echo de que se había ocupado de su barba y ahora lucia un rostro por completo despejado y traía su cabello rubio peinado hacia adelante. Sin mencionar que en esta ocasión no lucia un traje, sino una camisa formal con los primero botones desabrochados dándole un aire juvenil.

—¿Qué? ¿No te convence el negro? Puedo cambiar mi camisa a otro color.

—¿Ah? No, no es eso. Te ves raro, más... ¿Joven?

—¿Y qué edad crees que tengo? No soy viejo solo por lucir una barba antes. De hecho, creo que tenemos la misma edad—el hombre se posicionó junto a ella.

—Tengo 24-dijo la rubia casi ofendida.

—Y yo 27, tres años más no es la gran cosa—la situación le resultaba aburrida, enserio, ¿a quién le importaba la edad en estos días?

—Ya que la pareja se encuentra aquí, procederemos a iniciar la sesión fotográfica. Por favor, pueden posicionarse en ese lugar—indico el profesional a cargo.

Terence ayudo a la rubia a llegar hasta el lugar, ofreciéndole su brazo para poder sostenerse debido al delgado tacón de sus zapatos.

—Puedes decirme ¿porqué vestimos de negro?—cuestionaba la rubia posando junto a él, al mismo tiempo que fingía una sonrisa—parece que asistimos a un funeral.

—¿Y no lo es? Después de todo, hoy muere la fabulosa vida que llevábamos como solteros al dar a conocer nuestro compromiso-susurro el hombre, mientras colocaba su brazo al rededor de la cintura contraria-no te olvides de presumir el anillo.

Valeria se sorprendió un poco, pero sabía que no podía mostrar disgusto ante la cámara y ante todas las demás personas frente a ellos.

La sesión de fotos había durado aproximadamente tres horas, en las cuales ambos pretendieron ser una pareja muy enamorada, posando abrazados y tomados de la mano. Al finalizar todo, el rubio se separó de la mujer con intenciones de irse.

Mi vida a a tu lado [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora