CAPÍTULO 17

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Jardines hermosos, habitaciones amplias, varios pisos y y grandes ventanales. Las propiedades Legrand eran sin duda una maravilla, de las mejor que se podían ver en Francia, pero quizás no para la rubia.

Había visto cinco propiedades en el día, incluido un edificio y una cabaña. Terence en verdad comenzaba a creer que la mujer solo lo hacía para molestarlo. Una vez más subieron al auto descartando una mansión, no sabía que más enseñarle.

—¿Y si mando a construir la casa de tus sueños?

Una oferta muy buena sin duda.

—Eso tardaría mucho.

—Enserio que tú no quieres nada. Te pongo el mundo a tus pies y no lo aceptas.

Estaba desesperado, se supone haría lo posible por complicarse, pero Valeria no se lo estaba dejando nada fácil. Ni siquiera encendió el auto, solo permanecía cansado en su asiento.

— Es difícil aceptarte algo si después lo vas a cobrar.

—Solo toma todo lo que quiero darte.

—¿Lo que quieres darme? No sabía que te nacía hacer eso.

—¿Por qué no? Soy tu esposo.

—Por contrato—recalcaba con obviedad—El esposo perfecto solo es una fachada para todo lo falso que eres. Solo me cumples los caprichos por el maldito contrato, no porque quieras hacerlo—reclamaba con enfado, estando al tanto de las cosas—No creas que no me doy cuenta, me diste las tarjetas solo para que me entretenga y me mantenga al margen mientras me controlas. No sé en que te beneficia eso.

Auch, eso le llegaba mucho al orgullo del hombre.

—¿No crees que puedo ser el esposo perfecto sin fingirlo?

—¿Por qué lo harías? Mi padre esta en deuda contigo y yo siempre trato de joderte.

Su conversación pacífica sobre buscar un lugar ideal, se estaba convirtiendo poco a poco en una pelea sobre la realidad de ambos.

—Tienes razón, lo hago por el contrato, el mismo que yo redacte. Y si, tu padre me debe mucho, por eso tu estas conmigo, porque eres su garantía. No me beneficia en nada todo lo que estoy haciendo, lo único que logro con todo es....es....

No podía confesarle sus razones. Y eso era lo que irritaba a Valeria.

—Olvídalo, nunca sabré nada real de ti, y eso es muy injusto porque tú te atreviste a indagar en mi vida sin conocerme—exclamaba a medida medida que su voz se alteraba—tú puedes juzgarme, chantajearme y controlarme en cualquier momento con toda la mierda que sabes de mi.

Los ojos de la rubia comenzaron a acumular lágrimas debido a la impotencia, y coraje que sentía hacía el hombre y todo lo que este realizaba.

Terence no sabía como responder a las palabras de la rubia, todo lo que dijese no tendría valor alguno, ninguna excusa falsa justificaba su actuar y las reales no podía saberlas.

El ambiente estaba tenso, así que el rubio opto por no decir nada más. Lo mejor sería dejar las cosas como estaban, de nada servía seguir discutiendo con ella, por que sabia que si en algún momento la hacía llorar de coraje, el también se volvería vulnerable y terminaría arruinando todo.

En medio del silencio que reinaba, el hombre comenzó a conducir, mientras que la rubia no hacía más que perderse en sus pensamientos, en tanto veía por la ventana del vehículo a los otros autos seguir. Luego el sonido del teléfono ajeno, hizo que Terence despegara su vista de la carretera para voltear a verla a ella.

Mi vida a a tu lado [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora