CAPÍTULO 28

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Un beso dominante los llevo a miles más, cada uno subiendo de tono. Empezando por el ansia, y llegando a la lujuria. Al punto donde los labios ya no eran suficientes de modo que sus lenguas se vieron involucradas de una forma muy obscena. Al igual que sus manos, que no dejaban de acariciar al cuerpo contrario.

—Espera...

Soltó la rubia casi en un gemido.

Respiración agitada, labios rojizos y su falda subida.

Toda ella se estaba volviendo un desastre y el ambiente que se estaba dando era algo que no podía controlar.

—Yulia y Alonzo están abajo. Esta ni siquiera es nuestra casa.

Volvió a hablar, esta vez logrando separarse de él.

<<Nuestra casa>> pensó el rubio, ocasionando qué sonriera de lado.

—Ya me está urgiendo volver a Francia.

—Hablo en....enserio—soltó apenas cuando él atacó su cuello, besando cada lugar de este de manera provocadora.

—Yo también, ¿te parece si partimos esta noche?

Sus besos eran lentos y apasionados, provocando excitación y al mismo tiempo tortura al debatirse en sí debía alejarlo o no.

—Suficiente—exclamó, colocando sus manos de por medio para impedir que se volviera a acercar—te gusta aprovecharte de la situación, ¿no es así?

Y vaya que le encantaba hacerlo.

—Está bien, te dejo por ahora—sonrió de manera sexy, mientras se limpiaba el lápiz labial de sus labios.

Valeria bajo su falda y arreglo rápidamente su cabello, trataba de regular su respiración, pero sus mejillas y labios rojos la delatan mucho.

—Te veo después.

Huyó de él antes de que todo se saliera de control y le fuese imposible comportarse.

Sin darse cuenta que había dejado la foto del pequeño niño tirada en el suelo. Por lo cual Terence si se percató y se agachó al recogerla cuando ella salió del despacho.

—Si tu supieras que no soy yo.

Confesó estando solo al tener la fotografía en sus manos. La cual guardó en el bolsillo de su pantalón mientras comenzaba a buscar algo en todas las repisas.

<< ¿En dónde lo guardaba el abuelo?>>
Trataba de pensar, revisando libro por libro hasta encontrar una fotografía en una de las páginas.

—Aquí esta.

Hablo para sí mismo al tomar la imagen, se trataba de una fotografía instantánea de él, siendo muy parecido al niño de la otra foto.

—Te felicito abuelo, hiciste un gran trabajo. La diferencia es mínima—susurró comparando ambas fotografías.

Si bien no eran la misma persona, eran muy parecidos.

Terence dejó de atormentarse con eso y devolvió su fotografía al mismo lugar, mientras volvía a guardar la otra en su bolsillo. El rubio compuso su corbata y se dignó a salir de ese despacho, como si nada hubiese sucedido.

Salió al pasillo y se dirigió a la habitación para ahora si ducharse y calmar la erección que se le estaba formando por lo sucedido hace unos minutos.

Entro al baño y comenzó a desabotonar su camisa, sacándose la corbata, desabrochando su pantalón y deshaciéndose de su ropa interior. Encendió la ducha comenzando a sentir las frías gotas mojando todo su cuerpo. No pudo aguantar más y con una de sus manos se sostuvo de la puerta de cristal, mientras que con la otra comenzaba a estimular su miembro.

Mi vida a a tu lado [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora