CAPÍTULO 19

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Había sido un trayecto muy divertido de regreso. Era la primera vez que conversaban de forma fluida, aunque los temas fueran más bien ocurrencias de la rubia.

Terence estacionó el auto al llegar al edifico y se bajó del vehículo con intenciones de abrir la puerta contraria y ayudar a  bajar a la mujer.

—Ya llegamos, dame la mano.

—No quiero bajar, me duelen los pies—se negaba desde su asiento.

—Tampoco puedes quedarte aquí.

—¿Me llevas cargada? Mi papá siempre lo hacía cada que me quedaba dormida en el sofá cuando era una niña.

Y justo ahora también lo estás siendo—pensaba el rubio mientras reía.

—Está bien.

Terence la ayudo a salir del auto con cuidado, cerrando la puerta al tenerla fuera del vehículo. Para después agacharse un poco, y tomar a la rubia desprevenida, cargándola sobre sus hombros.

—Mi papá me cargaba como princesa—protestaba contra la espalda del hombre.

—Hoy no estas siendo una princesa.

No le importó los reclamos ni golpes suaves qué la rubia le hacía. Como si fuera un costal de papas, pero de forma delicada, subió hasta su piso aún con ella sobre sí. Mantuvo el cuidado de no pasarla golpeando a medida que avanzaba y entro de forma lenta hasta el lugar.

—No, ahí no—se quejaba al ver que el rubio la llevaba a su habitación—esa cama no es suave.

—La mía es muy cómoda.

—¿Hacemos una pijamada?

Esta vez estalló a carcajadas. Nunca había tenido la oportunidad de hablar con la rubia en ese estado y justo ahora lo estaba disfrutando.

—De acuerdo—acepto llevándola a su habitación.

Hasta ese punto, Valeria ni siquiera recordaba como solía llevarse con Terence, solo se dejaba llevar al estar bajo los efectos de alcohol.

Al entrar a la habitación, el rubio la puso lentamente en la cama, para después ella misma acostarse con los brazos abiertos.

—¿Puedo dormir aquí siempre? Es cómodo.

—No creo que mañana quieras lo mismo—respondió mientras se agachaba para desabrochar sus tacones y quitárselos con cuidado—¿tienes algún pijama en tus cosas? Debes cambiarte o dormirás incómoda.

—No lo sé—la verdad es que ni siquiera hacía un esfuerzo por pensar, solo se acurrucaba de mejor forma en las almohadas.

Era obvio que no le prestaría mucha atención ni le haría del todo. Así que Terence se dirigió a su closet en busca de algo que pudiera quedarle, no encontrando nada más que una playera qué seguramente le quedaría holgada y unos pantalones de pijama qué probablemente le quedaría largo.

—Toma esto y... —no lo dejó terminar cuando comenzó a desvestirse allí mismo, ocasionando que el rubio se girara rápidamente.

—Más te vale acordarte de todo mañana, o me matarás pensando que te hice algo.

—Si no quisiera recordar al día siguiente, entonces hubiera bebiendo aún más, pero solo tome diez copas con poquito champán—explicaba a medida que se vestía de forma torpe con la ropa de él.

—Qué bueno que estés al tanto. Espera... —se giró cuando ella terminó de cambiarse—¿todavía podías tomar más?

—Tengo mucho aguante, sabias—reía aún con hipo.

Mi vida a a tu lado [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora