CAPÍTULO 34

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Preocupado.

Sus pensamientos iban y venían, ninguno claro en su mente. Le preocupaba que Valeria tuviera algo.

Terence estuvo a una llamada de dejar a Alonzo esperando en el aeropuerto y salir de regreso en busca de la rubia. Sin embargo, cuando ella le aseguró que no era nada, simplemente decidió confiar en ella.

Ya tenía más de diez minutos esperando a su amigo en la salida. Hasta que lo vio casi corriendo con su maletín en la mano.

—Vámonos.

Volteaba a ver constantemente hacia atrás, cosa que el rubio no entendía.

—¿Pasa algo, o simplemente te urge llegar al baño?

—Imbécil, me están siguiendo.

Al llegar hasta él, Alonzo lo tomó del brazo y lo arrastró hasta llegar al estacionamiento, donde de forma apresurada le dijo que condujera.

—¿Y ahora qué hiciste? ¿No me digas que le ganaste el caso a algún mafioso?

—Eso fue solo una vez, pero no—se colocaba el cinturón de seguridad mientras tiraba su maletín al rubio—todo es por esto, gran idiota—exclamó a modo de regaño.

—Y esto es....

—Las cintas de video. Por esta Mierda me han estado siguiendo desde Italia. Tuve que decirle a Yulia que me surgió un caso en el extranjero.

Si que estaba molesto.

—¿Se enteraron que las tenías tú? ¿Cómo?

—Recuerdas que nos estuvieron siguiendo en Italia. Bueno, creo que al final si encontraron algo por más cuidadosos qué fuimos—explicaba ansioso—¡conduce ya! maldita sea.

Ahora Terence estaba aún más preocupado, y más cuando notó a unos hombres extraños llegar al estacionamiento. Mientras hablaban con otros hombres en un auto negro.

Mierda, ahora si se había metido en problemas, no podría conducir a su Pent-house, lo mejor sería perderlos en el camino.

Aceleró rápidamente, llamando la atención mientras huían a toda velocidad.

Los demás hombres subieron al auto y comenzaron a seguirlos en cuanto notaron al rubio.

—Si tú te quedas el maletín, te matan solo a ti ¿cierto?

—Hijo de puta, voy a tener un hijo.

—Hablas como si yo no...

Ambos fueron intervenidos por el auto detrás de ellos, dando pequeños choques en la parte trasera del vehículo.

—Cállate y acelera.

Condujo por un camino más alejado d de la ciudad, si se metía a la autopista era seguro que lo alcanzarían debido al gran tráfico.

—Lo siento, es mi culpa. No debí meterte en esto.

—Yo mismo me involucré desde que te conocí. Maldigo ese día—bromeó sacándole el dedo medio.

Aunque sus palabras sonaran a gracia, su rostro se veía demasiado serio.

Terence estuvo a punto de responder a su insulto. Sin embargo, el fuerte choque por detrás hizo que perdiera por instante el equilibrio del volante. Por lo que mejor decidió fijar la vista en el camino.

—Malditos hijos de puta—exclamó sacando el dedo medio por la ventana.

—¿Crees que Gregorio Murie ya lo sepa todo?

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⏰ Última actualización: Oct 21 ⏰

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