CAPÍTULO 9

477 31 7
                                    

Las invitaciones ya habían sido enviadas. Ahora era oficial, se casarían en una semana.

Valeria se encontraba en la última prueba de vestido acompañada de su mejor amiga. Hasta ahora habían hecho ya más de cinco modificaciones. Primero el vestido le quedaba grande, luego debían cortar las mangas y después le faltaban algunos brillos. La rubia no se decidía con nada.

—Valeria ¡por el amor de Dios! Te ves estupenda, ya déjalo así—Céline estaba muy cansada.

—Es que no sé, siento que aún le falta algo, o ¿deberíamos quitarle algunas cosas?

—Yo siento que en realidad no te quieres casar.

Y le atinó muy bien, en realidad la rubia estaba haciendo todo lo posible porque ese día no llegara.

—Por supuesto que sí, es solo que me siento un poco insegura con el vestido.

—¿Tú insegura? ¿Desde cuándo?—la pelinegra hacia de todo por ayudarla—No me digas que ¿temes que no le guste a tu noviecito?—jugaba con una mirada pícara.

—Si, si, es justo eso.

Valeria tenía que fingir muy bien su buena relación con el rubio, en tan solo una semana se casaba, y no era lo mismo engañar a su amiga que a todas las personas que asistirían. Los nervios que sentía le daban ganas de vomitar, pero el simple echo de pensar en el momento en el que el padre dijese: "puede besar a la novia" eso la aterraba aún más.

La rubia por supuesto que tenía mucha experiencia, cada vez que salía de fiesta se terminaba besando con mil tipos diferentes, incluso se había llegado a acostar con algunos sin llegar a ser nada, obvio que eso había quedado en el pasado, luego de aceptar el trato y firmar el acuerdo. No volvió a salir de fiesta ni verse con ningún tipo. Dejando todo de lado y  por alguna razón, besar a Terence era una caso distinto para ella. Era apuesto, lo admitía, pero también lo consideraba un egocéntrico.

—Bueno, si ese es el problema... ¿Por qué no le llamamos para que te diga su opinión?

Oh no, tenía que estar bromeando, esa era la peor idea de todas. Jamás en su vida le preguntaría eso, se vería como un mal chiste.

La rubia negaba mil veces, pero a su amiga no pareció importarle, así que tomó rápidamente el bolso contrario y sacó el móvil, encontrando el número de Terence primero en el registro de llamadas.

—No, no, no...

Valeria no podía hacer mucho, en ese momento cargaba un vestido con una cola demasiado larga, si salía corriendo seguro que lo estropearía todo.

—Muy tarde querida, ya esta sonando—reía por lo bajo.

Maldición, ¿con qué cara le preguntaría al rubio cómo se le veía el vestido? Joder, lo más difícil era que Terence diera una buena actuación y no dijera algo de forma sería como solía hacerlo.

Al principio parecía que no atendería la llamada, pues ya llevaba tres tonos sin responder. Sin embargo, al último de este, la imagen del rubio se pudo visualizar por fin en la pantalla.

—Ho-Hola, cariño.

Por Dios, parecía toda una actriz barata. Aún así, solo bastó el "cariño" para que el hombre supiese que debía seguirle la corriente.

Dolcezza, ¿pasa algo? Tengo una junta importante, pero puedo cancelarla solo por ti.

—No—renegaba la rubia.

—¡Hola, Terence! Perdón por interrumpir, pero tu caprichosa novia  tiene un problema de inseguridad, ¿podrías decirle que se ve hermosa?—Céline también se había metido en la llamada.

Mi vida a a tu lado [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora