CAPITULO 22

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-Vegas aquí no- susurro Pete quitando las manos de su pareja que se aferraban a su cintura en un abrazo por detrás.

-¿Por que no? Después de verte despertar en esa maldita pijama ¿Quieres que me quede quieto? No puedo cariño- susurro tomándolo de nuevo aprisionándolo contra la barra de la cocina- 

-Anoche ni siquiera lo notaste- volvió a quitar de un solo movimiento su agarre- ¿Qué caso tiene? No estoy de humor- 

-Lo sé, llegue muy cansado, lo siento. Pero no sabes lo tentador que fue despertar y verte así, si este mocoso no hubiera hecho ruido- miro hacia Venice que jugaba con sus dedos en la boca- Te hubiera hecho muchas cosas, sabes que siempre estoy listo- 

-Solo olvídalo y siéntate, a desayunar- comento finalmente dando por terminado el tema, dejando a un mal humorado Vegas resignado, porque cuando Pete decía que no, entonces era no.

Una semana era lo que había pasado, Pete lo pensó seriamente cuando ese día llego a medirse la ropa comprada. Casi se desconocía al mirarse en el espejo, especialmente con ese conjunto de pijamas que apenas se movia su estomago quedaba expuesto por lo corto de la parte superior y gran parte de sus piernas también lo hacían por el mismo motivo, consecuencias de comprar las cosas mas pequeñas de su talla real.  

La noche anterior había reunido el valor de usarlo esperando sorprender a Vegas, sin embargo, el sueño le venció antes de que él llegara. Mentiría si dijera que no se decepcionó. 

- ¿Le quitaste el guardaespaldas a Macau?- preguntó sentándose también a desayunar mientras el menor bajaba las escaleras.

-Si. Quiero darle privacidad- respondió simplemente. 

-¿Privacidad para que?- preguntó Pete mirando al menor tomar asiento. 

-Macau tiene un amigo... con el que sale recurrentemente, creo que el chico puede incomodarse cuando los siguen siempre- Vegas se encogió de hombros mirando un segundo a su hermano- ¿O no?- 

-Si, la primera vez que vio el auto, salió huyendo, tuve que explicarle al día siguiente que solo era por comodidad de ustedes- respondió dando su primer bocado.

-No me has contado nada de él- se quejo Pete con una mueca- ¿No confías en mi?- 

-No es eso, es que... Creo que para esto, necesitaba la experiencia de mi hermano- no se atrevía a mirarlo a los ojos.

-¿Por que? ¿Cómo sabes que en verdad sus conocimientos te pueden ayudar? Tu hermano no cree en las amistades- Vegas golpeo la mesa irritado.

-Lo dices como si fuera un incompetente ¿Acaso no lo deje volver a hacerse amigo del tonto hermano de Porsche? Que no los entienda no significa que lo voy a privar a él de intentarlo- se puso de pie- Me largo, llegaré tarde, tengo una cena con socios hoy- 

Nadie dijo nada, solo salió inmediatamente de la casa y escucharon el motor del auto con las llantas anunciando la velocidad con la que había arrancado. 

-¿Discutieron?- pregunto con suavidad el menor. 

-No. Termina tu desayuno- susurro dejando el plato a medias, empezando a recoger los platos de Vegas y los suyos. 

-¿Es mi culpa? ¿Te molesto que no te contara las cosas?- era la primera vez que los veía realmente tensos, no parecía como las veces anteriores que solo jugueteaban entre sí.

-No, no es contigo. Debe estar estresado con la empresa, parece que busca expandirse y sabes que es el único que la maneja- respondió suavemente acariciando la cabeza del menor. 

-No soy un niño, ni un tonto. Dime que sucede- Macau dejo su cuchara en el plato intentando demostrar que estaba listo para escuchar. 

-Son cosas de nosotros, tu no tienes nada que ver ¿Si? No pienses en ello- le mostro una pequeña sonrisa. 

-¿Como no voy a hacerlo? No me gusta que te hable así, podrá ser mi hermano pero no creo que hayas hecho algo para que se desquite contigo- el menor se había puesto de pie, exactamente igual que su hermano minutos antes, sin duda esos gestos eran heredados. 

-Descuida, lo arreglaremos entre él y yo después- apretó sus hombros para intentar relajarlo. 

- Hoy ni siquiera se despidió de Venice o de mí- miro un momento al pequeño- ¿Es eso? ¿Sigue molesto porque Venice duerme con ustedes?- Pete hizo una mueca

-En unos meses podremos dejarlo en su cuna, es cuestión de esperar- trato de darle ánimos al menor.

-Siempre eres tan positivo. Pete, puede dormir conmigo a veces, te he ayudado a cambiarlo, bañarlo y darle su comida. No soy un inútil, también puedo cuidarlo para que pasen tiempo juntos. El otro día me dijiste que no habían tenido citas normales, salir a comer con alguien es lindo- se acerco al mayor dándole un abrazo- ¿Confías en mi?- preguntó mientras el mayor asentía con la cabeza- Entonces déjame cuidarlo una noche y salgan ustedes- 

-Lo voy a pensar y lo hablaré con Vegas ¿Bien? Ahora a la escuela o llegaras tarde- se aguanto la humedad en sus ojos para no dejar caer ni una lagrima frente al menor. 

-Bien, iré de nuevo al centro comercial hoy saliendo de clases- comento colgando su mochila en el hombro. 

-¿Me vas a presentar a ese amigo? ¿Al menos vas a contarme?- pregunto mientras cargaba al bebe para acompañar a Macau hasta el auto- 

-Lo haré pero... todavía no. Estoy... creo que estoy confundido- bajo la mirada antes de subir en silencio al auto y despedirse con la mano. 

-Son tan similares y tan diferentes al mismo tiempo- Pete soltó un suspiro antes de volver a entrar y subir hasta las habitaciones, para iniciar su rutina hogareña. 

Una semana, eso había sido suficiente para hacer dudar el joven. ¿Qué era lo que quería? Se lo pregunto esa mañana al despertar. Los sueños extraños se habían detenido después de esa salida primeriza a comer. El resto de los días simplemente buscaba al chico a la salida para conversar, de todo y nada a la vez. Le contaba sus aventuras con Venice presentándolo como su sobrino, algunas anécdotas de cuando era niño, se dio cuenta que era muy natural para él abrirse con un completo extraño. El fin de semana se atravesó, pero eso no lo detuvo, hablaron por teléfono un par de veces, cuando el otro chico parecía desocupado; ni siquiera a Porchay le respondía tan rápido los mensajes. 

-Llegas mas tarde de lo normal- lo saco de sus pensamientos la suave voz con una pequeña sonrisa aun sin mirarlo a los ojos, al parecer el chico podía decir y hacer muchas cosas siempre y cuando no lo mirara directamente, de lo contrario se volvía torpe y nervioso.

-Si, me quede dormido- respondió con una sonrisa, lindo, fue lo que pensó acompañando al chico hasta su grupo- Hoy iremos al centro comercial ¿Recuerdas?-

-Si- respondió el menor- Tengo ganas de comer fideos hoy...- dijo apenas audible mientras jugaba con sus dedos. 

-Eso será, ya te dije que puedes pedirme lo que quieras- se acercó a dejar un beso en su mejilla apenas tocándola. Ese era todo el avance que había logrado, siendo esta apenas la segunda vez que lo hacia, pero por alguna razón, no se sentía frustrado ni irritado; sin esperar respuesta siguió su camino a un día rutinario normal.

-Creo que si es hora de hablar con Pete- se dijo a si mismo, una vez que vio al chico subir al transporte publico que lo llevaría a su hogar después de haber ido a comer juntos y por un helado- Chay tenia razón, tan rápido me volví débil- suspiro caminando hasta el punto donde se encontraba el auto esperando por él para llevarlo de vuelta. 



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