El ataque de la Marina había empezado. Los Pacifistas lanzaban rayos, incluso sacrificando marines. Edward clavó su naginata en el suelo y gritó.
-¡No teman muchachos! ¡¡SIGAN Y ACABEN CON TODO!!
-¡Ya lo escucharon, avancen, no dejen que entren a la Plaza! -Gritó la castaña-
-¡Si!
-Se te da bien esto, es como si fueses su segunda capitana -Dijo con una sonrisa-
-¿Tu crees? Siento que sería agobiante tener que ser la cabeza de miles de piratas -Rió-
Ambos hermanos corrían sin importar lo cansados que estaban, pero para su mala suerte, un almirante apareció frente a ellos.
De una patada los envío a ambos a volar. Jinbe los atrapó.
-¡Maldición, un almirante!
-Será difícil, pero vinimos aquí sabiendo los peligros que nos asecharían.
Un marine estaba por dispararle a Mai en la cabeza.
-Muere, hija de Barba Blanca. Luego sigue ese mocoso.
Justo cuando tocó el gatillo, alguien le disparó. Mai volteó, no se había fijado en el marine. Después de ver quién los salvó, una amplia sonrisa se formó en su rostro.
-¡Hermano de Ace! ¿Te quedan energías?
-¡Son los comandantes! Tenemos buenos refuerzos aquí.
-¡Chicos!
-¡Un almirante no te puede detener, vengan con nosotros! ¡Tenemos que aprovechar que la Marina está retrocediendo!
Mai se adelantó, ahora corría entre Izo y Haruta. El castaño volteó hacía ella y le mostró su lengua, ella respondió de igual manera y comenzaron a reír.
-Gracias por su ayuda, son los mejores -Decía sin dejar de correr-
-Ace es importante para nosotros, y lo es para ti, son razones suficientes para salvarlo -Respondió Izo con una sonrisa-
Mientras corrían, Mai sintió una fuerte presión en su pecho, por más que pensaba qué podría provocarla, no encontraba el por qué. Vio a Luffy, parecía estar bien, Ace también lo estaba, aún no era ejecutado. Luego recordó a su padre dejó de correr de repente los comandantes pararon confundidos, Mai volteó en dirección a Moby Dick.
ESTÁS LEYENDO
『 𝐅𝐈𝐑𝐄 』|𝐏𝐨𝐫𝐭𝐠𝐚𝐬 𝐃. 𝐀𝐜𝐞 ❑
Fanfiction❑ 𝐀𝐦𝐛𝐨𝐬 𝐧𝐚𝐜𝐢𝐦𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 𝐬𝐮𝐜𝐢𝐚, 𝐝𝐞 𝐝𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨𝐬 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬. 𝐒𝐞𝐧𝐭𝐢́𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐚 𝐞𝐧 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚, 𝐥𝐨 𝐮́𝐧𝐢𝐜𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐭𝐚́𝐛𝐚𝐦𝐨�...