CAPÍTULO 33: THEY DON'T KNOW YOU LIKE I DO

31 4 1
                                    

«Una sola cosa es cierta: Alguna parte de mí va a extrañarte todos los días de la vida. ».

AINHOA

Puedo sentir la hierba húmeda bajo mis pies. Me roba un escalofrío y lo único que puedo hacer para entrar en calor es frotarme los brazos. Me cuesta entender cómo he llegado aquí, cómo mis planes iniciales cambiaron tan drásticamente.

—¿Ainhoa?— La voz de Harry me sobresalta, lo veo sentado a mi lado mirándome fijamente. Viste tal y como la última vez que lo vi. —¿Qué haces de nuevo en Hogwarts? Voldemort...— Suspiro, compongo mi mejor sonrisa para él antes de hablar.

—Es Hogwarts, pero no es el mismo tiempo, Harry. — El ojiverde me observa confundido, intento explicarle todo lo mejor que puedo. Él escucha atentamente hasta el final, no puedo evitar llorar en la parte en que confieso lo que hice por amor a Riddle. – Ahora no sé cómo continuar, a pesar de que me hago la fuerte frente a todos... la verdad es que...

—Tienes miedo... —Asiento, Harry se queda en silencio un minuto y regresa la mirada a mí. —Es normal sentir miedo, Ainhoa. Lo tuve muchas veces al enfrentarme a Voldemort, incluso el día que morí, sobre todo por ti. —Es extraño ver como su mano acaricia mi cabello. Pero no sentir nada más que una suave brisa. —Anhi, ese chico del que te has enamorado aún no es Lord Voldemort. Siempre creí que Voldemort era como era, porque nunca conoció el amor. —Me mira a los ojos y sonríe. —Ahora tiene la suerte de ser amado por Ainhoa Grindelwald; la mujer que es capaz de renunciar a todo por devolverle la vida a los que amó. —Duda por un momento en si deberá decir o no lo que tiene en mente.

—Déjalo salir, Potter. —Sonrío al ver cómo masajea el puente de su nariz con desesperación, sé que está enojado y también sé por qué antes de que me lo diga; pero extraño sus regaños, así que espero pacientemente a que ordene sus ideas.

—¿La MACUSA, Carolina? ¿De verdad? —Pongo los ojos en blanco y como siempre que he hecho algo mal, solo me encojo de hombros y sonrío. —¿Por qué siempre eres tan imprudente? – Una lágrima se desliza por mi mejilla.

—No tenía muchas opciones, pero bueno estoy en el proceso de cumplir mi palabra...—Me detengo abruptamente al darme cuenta de algo, había dejado de ver a mi madre, aunque la invocara desde que acepté a Riddle, y es que es imposible que esté muerta si él nunca se volvió Voldemort. —No deberías estar aquí.

—¿Qué? —Su rostro se desfigura en una mueca de confusión, intento entender qué sucede y mi cerebro trabaja a mil por hora. —Me invocaste con la piedra de resurrección...

—Justamente por eso, no deberías estar aquí. —Harry se queda unos minutos en silencio antes de comprender de lo que hablo, mi corazón se acelera y contrae con dolor. —Después de salvar a Riddle...

—Ya no podías invocarme. —La voz de mi madre, confirma mis sospechas.

—Pero ¿cómo es posible? Riddle se ha alejado de todo lo relacionado con la oscuridad...—Mi voz sale en apenas un susurro, no sé si el cuestionamiento me lo estoy haciendo a mí misma o a las dos almas que tengo frente a mí.

—¿Qué ha cambiado desde la última vez? —Harry me zarandea levemente sacándome de mis cavilaciones.

—El torneo...— Algo no está bien, sé que hay algo que no estoy viendo, pero por más que me esfuerzo no puedo verlo, no veo la relación entre una y otra cosa.

—Ainhoa, el torneo de los tres magos no debería celebrarse en este año y lo sabes. —Busco la mirada de mi madre. Observa el lago con el ceño fruncido. Casi no es consciente de que muerde con desesperación su labio inferior. —Tienes que estar preparada, Anhi... La oscuridad está muy cerca. —Harry se evapora en el tiempo y el espacio, en silencio como llegó. Mi madre aún me da la espalda, es una mujer muy bonita y al mirarla con detenimiento, puedo ver algunos rasgos iguales a los de Ayran.

Almas de Fuego [Tom Riddle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora