CAPÍTULO 28: EL TORNEO DE LOS TRES MAGOS

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"Acumular amor significa suerte; acumular odio significa calamidad. El que no reconoce la puerta de sus problemas, la deja abierta y las tragedias pueden entrar."

AINHOA

Los días previos al inicio de clases pasaron lentos y llenos de tensión. Ayran estaba cada vez menos en casa, Liam solía pasar todos los días en la biblioteca si es que no estaba enviando cartas a Anastasia; pero lo peor era la actitud de Riddle. Cada día se distanciaba más de mí y aunque quisiera arreglar las cosas con él, no me permitía acercarme lo suficiente. Había construido un muro entre los dos, un muro que ni, aunque me convirtiera en aire podría atravesar.

Así llegó el primero de septiembre, el día antes de partir pude arreglar las cosas con él. Aunque había decidido que cada uno se quedara en su propia habitación.

—¿Ya tienes todo? —Levanto la vista del libro para mirar a mi desesperante novio y asentir por enésima vez en lo que va de la hora. —Si tu hermano sigue demorando, perderemos el tren.

—No es como si no pudiéramos aparecer a las afueras del colegio...

—Ya no podemos, querida hermanita. Recuerda que una vez que el ministerio de magia supo de nosotros, nos empadronaron y al ser menores de edad aún pueden rastrearnos y controlarnos. —La voz de Liam me sobresalta un poco, cierro de golpe el libro que tengo sobre las faldas y me pongo de pie.

—¿Cuántas veces voy a tener que disculparme? Además, no era necesario contarle al ministerio de magia sobre nosotros, Ayran tomó la decisión de forma apresurada.

—¿Y tú no, Carolina? —Suelto un suspiro e intento calmar el ánimo, sé que tiene razón en lo que dice; así que, decido no decir nada más.

Para cuando llegamos al andén nueve y tres cuartos logramos cruzarlo a duras penas, casi corriendo hacía el tren escarlata. Maldigo a Liam por su demora, buscar un compartimiento vacío con el tren a punto de partir, no es una tarea fácil.

Después de deambular a lo largo de los vagones por unos minutos Riddle se detiene en un compartimiento y me hace una señal con la mano para que Liam y yo nos acerquemos. Acomodan los baúles como pueden y los tres nos dejamos caer en nuestros asientos, en medio de un suspiro.

—Si el otro año demoras, juro por Merlín que te haré vomitar babosas. —Liam pone los ojos en blanco y se acomoda para dormir.

—En serio que puede quedarse dormido en cualquier lado. –Sonrío por la observación de Tom y asiento en señal de afirmación.

Una media sonrisa se esboza en su rostro, casi imperceptible; pero lo suficientemente visible como para acelerar mi corazón.

Busco entre mi bolso de mano el libro que leía, una novela muggle que no pensé que podría captar tanto mi atención. Riddle se acomoda en el asiento y se relaja colocando su cabeza en mis faldas.

—Lee en voz alta. —Bajo la mirada del libro hacía su rostro. Aún tiene los ojos cerrados y los brazos cruzados sobre su pecho. Una perfecta estatua.

—Pensé que no había libro que no hayas leído ya. —Dije con una sonrisa, él abre los ojos y esbozando una sonrisa responde:

—No dije que no lo he leído, dije que leyeras en voz alta. Me gusta escucharte leer. Me arrulla. Anoche no me dejaste dormir...

—Cuidado con lo que dirás Riddle, sigue siendo mi hermanita. —Tanto Riddle como yo fijamos la mirada en Liam. Ni si quiera se ha movido un centímetro de su lugar y sus ojos aún permanecen cerrados. —Además no quiero saber de sus cosas. —Se levanta de golpe y abre la puerta del compartimiento.

Almas de Fuego [Tom Riddle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora