CAPÍTULO 34: LA PRIMERA PRUEBA

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«El grito de una banshee nunca augura nada bueno, es su tristeza tu futuro y una vez que la escuches, ya todo estará dicho. Un lamento y una muerte inevitable, el destino de alguien al filo del abismo.»

Ainhoa

Ayran camina de un lado al otro balbuceando cosas ininteligibles, Liam y Tom lo observan en su vaivén con suma serenidad. Mi hermano está poniendo a prueba mis nervios, mi paciencia no es infinita.

— Ayran, ¿Podéis parar, por favor?— Soy consciente de que mi voz suena un poco amenazante.— Si no os tranquilizáis, será mejor que os larguéis.— Fijo la mirada en los ojos de mi hermano, por primera vez en mi vida no soy capaz de descifrar sus pensamientos. — Por favor, no lo hagáis más difícil, necesito pensar.

— Creo que sigues sin entender lo que está en juego. — Su voz es pausada, su semblante demacrado y las ojeras bajo sus ojos me dicen que no ha dormido mucho; una punzada en el corazón hace que suavice mis palabras.

— Solo confía en mí, nada pasará. — Me levanto de mi asiento y me acerco hacia él, tomo sus manos entre las mías y compongo la mejor de mis sonrisas; necesito transmitirle tranquilidad. — Por mucho que odie decir esto, soy una Grindelwald y nuestra educación no ha sido la más normal que digamos. — Ayran asiente con una media sonrisa, le doy un abrazo y deja escapar el aire que tenía contenido en los pulmones.

­— Ainhoa, Dumbledore está buscando a los campeones, la hora de la prueba se acerca. — Asiento. La prefecta de nuestra casa me espera de pie en el ingreso a la sala común. Me levanto de mi asiento e intento caminar hacia ella, pero siento como una mano se cierra sobre mi muñeca. Me giro por inercia.

— Grindelwald, más te vale salir ilesa de esto o juro que yo mismo te mataré. — Mis amigos sonríen por su amenaza, pero un leve escalofrío me recorre la médula al escuchar esa última frase de él. Me safo de su agarre como si una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo. — Te estaré viendo desde las gradas. — Suspiro y salgo de la sala común acompañada de la prefecta.

— No sé cómo lograste esto, Grindelwald. — Escupe mi apellido con asco, puedo notar el desagrado en su voz. Sonrío con algo de burla. — Pero más te vale no dejar en ridículo a Slytherin. — Me detengo de golpe en el límite del bosque prohibido.

— No sé quién eres. — Ella intenta hablar, pero le hago una señal para que escuche lo que tengo para decir. — Tampoco me importa, pero si hay algo que debes saber de mí es que no soy el tipo de persona que quieres tener como enemigo. — Sin esperar una respuesta continué mi camino.

Al igual que en el tiempo de Harry, habían levantado una tienda que ocultaba el cercado, un sentimiento de nostalgia me envolvió.

«—Harry, no me importa romper todas las reglas por ti, si estás en peligro no lo dudaré ni por un momento...Mis palabras son silenciadas por los cálidos y temblorosos labios de Harry, el ojiverde termina con el beso y pega su frente a la mía.

No cometas ninguna imprudencia, todo saldrá bien.Puedo sentir su respiración agitada, sé que tiene miedo, y no es para menos. Dragones, la primera prueba son dragones y ninguno estaba preparado para eso. Deséame suerte Grindelwald.­Veo su espalda desaparecer tras la tienda de los campeones.»

Sacudo la cabeza para ahuyentar los recuerdos, Nikolay está de pie frente a mí, estira su mano y con delicadeza toca mi mejilla.

—¿Por qué lloras? — Siento la humedad en mis mejillas, niego. — No lo forzaré, vamos ya casi es hora. — Su cuerpo desaparece tras el ingreso a la tienda de los campeones, lo sigo.

Claire está sentada con elegancia en uno de los taburetes alejada de todos, tiene los ojos cerrados y por como mueve sus labios, sé que está contando en un perfecto e impecable francés mientras madame Blanche acaricia su cabello intentando infundirle calma.

Almas de Fuego [Tom Riddle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora