CAPÍTULO 14: EL OSCURO VISITANTE

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"La desconfianza y cautela son los padres de la seguridad"

-¡Riddle!- Me importó una mierda saber si Madame Anabela estaba o no dentro de la enfermería, caminé con la varita en alto hasta la camilla en la que se encontraba el aludido.- ¡Riddle!- Volví a gritar. Me subí en la cama sentándome sobre él con una rodilla a cada lado de su cuerpo, lo cogí del cuello del pijama colocando la punta de mi varita en el espacio que había entre sus ojos.

-¿Ainhoa?- Su voz era apenas audible y por acto reflejo colocó una de sus manos sobre la que yo tenía en su camisa y con la otra me apuntaba de la misma forma en que yo lo hacía.- ¿Qué demonios te pasa?

-Eres una asquerosa serpiente.- Mi voz salió en un siseo que hizo que me cuestionara por un momento el hecho de si lo había dicho en pársel, relajó su cuerpo y bajó la varita, yo presioné más mí agarre.- ¿Cómo pudiste hacerle eso a Dolohov?- No pude evitar derramar una lágrima al recordar el estado en que había visto a uno de mis mejores amigos hace un par de minutos, me dedicó una mirada de confusión y en un intento de secar la lágrima que había derramado levantó su mano. Volteé el rostro dejándolo con la mano en el aire y volviendo a fijar la vista en sus ojos le dediqué mi mirada de odio más sincera.

-No sé de qué me estás hablando.- Bajó su mano y trató de moverme de encima suyo.- ¿Podrías bajarte? No estoy tan bien que digamos.- Su rostro era inexpresivo y fruncía el ceño denotando molestia.

-¿No lo sabes?- Se encogió de hombros y negó con la cabeza, sentí una punzada en el pecho y no pude reprimir el sentimiento de decepción que comenzaba a embargarme.- Pues te lo notifico.- Solté el borde de su pijama y presioné su cabeza con mis manos trasmitiéndole aquellos recuerdos que tenía de Dolohov.- ¿Ahora lo recuerdas?- Su rostro se había deformado por la sorpresa, sus ojos buscaban los míos y para cuando quiso detenerme ya estaba de pie a un lado de su cama.- No te vuelvas acercar a mí o a mis amigos. Ni se te ocurra volver a mencionarle algo de eso a Anthony o a amenazarlo.- Se sentó en la camilla y me observó a los ojos aún sin salir de su asombro, ¿Cómo había podido pensar que podría cambiar?- Si lo haces te juro, escúchame bien.- Lo cogí del cuello obligándolo a verme a los ojos, le transmití todo el odio que sentía.- Te juro que te mato.- Lo solté y me limpié las manos en la túnica.- Me das asco.

-Déjame explicarte.- Negué con la cabeza, giré sobre mis talones y comencé a caminar hacia la puerta.- Ainhoa, espera.- Me detuve en el lugar en el que estaba, aprisionaba uno de mis brazos entre sus manos y con brusquedad lo retiré.- Romina...

-¡Y una mierda!- Di la vuelta y lo encaré.- Me importan muy poco las razones que tuvieras. Nada...- Él dio un paso hacia mí y yo retrocedí.- Nada justifica que la hayas matado.- Le di la espalda y seguí mi camino, me detuve cuando cogí la perilla y sin regresar a mirarlo hablé.- Jamás perdonaré que utilizaras a Anthony para hacerlo.- Sin darle tiempo a nada abrí la puerta y la cerré tras de mí, corrí hasta las mazmorras y dije la contraseña.

-¿Ainhoa?- La voz de Orión hizo que me detuviera a mitad de las escaleras, sequé rápidamente las lágrimas que se me habían escapado por la ira y me giré hacia él con una sonrisa.- ¿Estás bien?- Asentí tranquilizándolo, bajé las escaleras y cogiendo su mano lo dirigí hasta una de las esquinas más alejadas de la sala común.- ¿Hablaste con Anthony?

-Sí, sobre eso quiero hablarte.- Se mordió un labio y yo comencé a juguetear con mis dedos buscando la mejor forma de decírselo.- Le borré la memoria.- Suspiré y bajé la mirada.

-¿Por qué?- En su voz no había rastro de decepción, molestia o alarma.- ¿Qué ha olvidado?

-Porque la culpa lo estaba matando Orión, no quiero que pase el resto de su vida con ese dolor.- Busqué su mirada y me dedicó una sonrisa tranquilizadora y llena de compresión.- Ha olvidado que él... tú sabes...-Asintió dándome a entender que no hacía falta que lo dijera porque lo entendía.

Almas de Fuego [Tom Riddle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora