CAPITULO 23: LINEAS DE SANGRE

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"La ambición rompe los lazos de sangre y olvida las obligaciones de gratitud."

AINHOA

El pelinegro dormía plácidamente en la cama, su respiración era lenta y acompasada. Algunos mechones caían sobre sus ojos y le daban un aire de despreocupación. Por sus ojeras pude percibir que no ha dormido hace días. Suspiré antes de acomodarlo en la cama, me dolía verlo en ese estado; a pesar de estar durmiendo tenía el ceño fruncido, algo le preocupaba y aunque quería entrar en su mente para saber que le pasaba, decidí no hacerlo por respeto.

- No era necesario aturdirlo, Ainhoa. - Dumbledore irrumpió mis pensamientos, al escuchar su voz algo dentro de mí se removió dejándome un leve sentimiento de ira. - Bastaba con pedirle que se fuera.

- Me siento más... segura... - Dude un momento. Intenté calmar esa ira que crecía dentro de mí. - Luego hablaré con él. No puedo decirle lo que pasa si ni siquiera yo sé quién soy o lo que sucede. -Asintió lentamente, llevó su mano a uno de los bolsillos de su chaleco y sacó un reloj. Miró la hora y luego fijó la mirada en la puerta de la enfermería.

- No creo que sea el indicado para darte explicaciones. - Intentó levantarse de la cama, pero lo tomé del brazo impidiéndole que continuara caminando.

- Si no eres tú, ¿Quién?... - Antes de que terminara de decir algo, la puerta de la enfermería se abrió de golpe dejando ver a un chico con el uniforme de Durmstrang, su rostro contorsionado por la ira se me hacía vagamente familiar.

- Albus me puedes explicar que demonios es eso de que Ainhoa... - Se detuvo unos metros antes de la camilla al notar mi presencia, sus ojos se llenaron de lágrimas y no podía evitar que su mirada vagara entre Dumbledore y yo. - ¿Realmente es ella? - Su voz denotaba algo de preocupación y nerviosismo. El profesor asintió lentamente en señal de afirmación. - Ainhoa... - Dijo mi nombre en apenas un susurro, me resultaba tan familiar.

- Perdona, pero ¿te conozco? - Tenía el impulso de abrazarlo muy fuerte, pero mi instinto de supervivencia me hacía desconfiar. - Albus, quiero respuestas.

- Ainhoa, soy Ayran. Soy tu hermano mayor. - Las palabras del castaño hacían eco en mi cabeza y repentinamente volvía a sentir una punzada de dolor. Recuerdos se mezclaban en mi mente y dejé salir un grito de dolor que se había formado desde lo más profundo de mí. Dolía demasiado. - ¡Ainhoa! - Unos brazos me sostuvieron, el dolor era cada vez más insoportable y mi cuerpo había dejado de responder. - Albus, ¿qué está pasando?

- No lo sé, sus barreras mentales se están rompiendo. No entiendo, sus recuerdos los tienes tú. - Ellos hablaban y me costaba prestar atención a lo que decían, el dolor era más de lo que podía soportar. - Hay demasiados recuerdos. Recuerdos de esta época y de la que vivió en el futuro ¿Si le quitaste sus recuerdos no Ayran?

- No tuve valor de hacerlo, solo los oculté en su propia mente.

- Ayran, lo que hiciste la puso en peligro. Ahora entiendo por qué tu padre hizo aquel ritual en la cámara. - Sus voces empezaban a escucharse cada vez más lejanas. - La única forma de que ella salga viva de todo esto es completando lo que tu padre comenzó. Si ella sigue recordando así, terminará perdida en su propia mente.

- Ayran, ayúdame...- Fue lo último que pude pronunciar antes de dejarme arrastrar por la oscuridad.

AYRAN

Dumbledore me había prometido que Ainhoa estaría a salvo, había pasado meses planeando las cosas con mi madre y ahora resulta que no han pasado ni si quiera dos años y ella está de regreso. En ese tiempo mi madre fue entregada por orden de mi padre a la MACUSA, no veo a mi hermano desde que Ainhoa desapareció y yo me vi obligado a refugiarme, ayudado por Dumbledore, en Durmstrang. En este tiempo ese maldito de Albus no había hecho ni si quiera el mínimo esfuerzo por detener a mi padre, solo se había sentado a mirar como pasaban las cosas.

Almas de Fuego [Tom Riddle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora