CAPÍTULO 22: LA VERDADERA AINHOA

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"Everything I've held

Has hit the wall

What used to be yours

Isn't yours at all"

NARRADOR OMNISCIENTE

14 de febrero de 1927

Ariana camina de un lado a otro por la habitación, bajo la atenta mirada del pequeño Ayran. Apenas es notable su barriga de ocho meses y quien la viera ni si quiera imaginaría que espera mellizos. Ariana lleva su mano a su vientre e inhala y exhala tratando de resistir los dolores que comenzaba a sentir, para su mala suerte se le había terminado la poción que tenía para el dolor y ahora tendría que soportar las contracciones y el resto del parto. A diferencia de su primer embarazo, los mellizos le hacían sentir como si le rompieran todos y cada uno de los huesos de la cadera. Se aferró a uno de los doseles de la cama e intentó reprimir un grito que se estaba formando en su garganta, no quería asustar a Ayran y mucho menos alertar a nadie en la casa.

Lo que preocupaba a Ariana era que Gellert no lo sabía, se había tenido que ir tan de repente que para cuando comenzó a sentir los síntomas, él ya estaba en América y le daba algo de miedo saber como iba a tomarse esa noticia.

- ¡Idril! – La elfina apareció en un abrir y cerrar de ojos frente a ella, sospechaba que algo le pasaba a su ama desde hace meses; pero al ser solo una sirvienta no se atrevía a preguntarle nada a su señora, de todas formas, siempre estaba al pendiente de lo que necesitaba su ama o su joven amo Ayran.

-Ama, ¿se encuentra bien? – La elfina se acercó inmediatamente a su señora que estaba de rodillas en el piso y se sostenía con una mano a uno de los doseles de la cama y con la otra se aferraba a su abultado vientre.

-Idril, necesito tu ayuda. – La elfina asintió ayudando a su ama a ponerse de pie y guiarla a la cama. – Necesito que me ayudes a traer al mundo a tus nuevos amos. – La dulce mujer intentaba soportar el dolor lo mejor que podía, la elfina asintió convencida  esbozando una sonrisa. Habría más niños en aquella lúgubre casa, nada ponía más feliz a Idril que hacerse cargo de los herederos de sus amos.

Gellert entraba triunfante a su casa y lo único que quería era ver a su esposa y su pequeño hijo. Había burlado a MACUSA, a los aurores e indirectamente a Dumbledore. Al haber puesto de su parte al Obscurial, solo tenía que poner en marcha el resto de sus planes.

- Queenie. - La bruja esperaba las órdenes de Grindelwald y por dentro rogaba que su hermana en algún momento pudiera perdonarla. – Hazte cargo de Credence, por la mañana hablaré con él. – La rubia asintió y tomó la mano del joven que miraba con curiosidad todo aquello que rodeaba la habitación. – Tinky. – Un elfo algo asustado apareció frente a Gellert. – Has todo lo que Queenie te pida, ¿entendido? – El elfo asintió y se acercó a la rubia que lo miraba con una sonrisa, esa mujer le pareció demasiado extraña.

Un grito irrumpió en la habitación y disparó las alertas de Gellert. - ¡Ariana! – Corrió escaleras arriba lo más rápido que pudo, en momentos como esos detestaba no poder aparecer o desaparecer dentro de la casa. Abrió la puerta de la habitación sin llamar antes, el llanto de dos recién nacidos fue lo primero que llegó a sus oídos. Se acercó lentamente a la cama, donde una sudorosa y cansada Ariana le sonreía con dos pequeños niños entre sus brazos.

- Gellert. – El ojiverde no salía de su asombro, esperaba encontrarse con todo menos con aquella imagen que tenía frente a él. Ayran se lanzó a los brazos de su padre. – Ellos son los mellizos, Ainhoa y Liam. – Gellert espabiló después de unos minutos y una sonrisa se dibujó en su rostro, la preocupación abandonó el cuerpo de Ariana.

Almas de Fuego [Tom Riddle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora