CAPÍTULO 9: TODOS TIENEN UN SECRETO

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"Dicen que en la vida todos tenemos un secreto inconfesable,

un arrepentimiento irreversible,

un sueño inalcanzable y un amor inolvidable."

TOM

Sentí como la sangre me hervía en las venas. Ese asqueroso Griffyndor de Potter se había atrevido a invitarla a salir y ella había aceptado sin siquiera detenerse a pensarlo; observé como siguieron hablando y riendo durante unos minutos más, hastiado de la escena que tenía frente a mí giré sobre mis talones dispuesto a largarme lo más pronto de ahí, nuevamente sentía esas ganas incontenibles de matar a alguien.

- ¿Ahora me dirás que planeas con Ainhoa, Riddle?- La voz de Dolohov rompió con el silencio del pasillo, me giré lentamente y lo miré fingiendo confusión.- Conmigo no funciona eso, sé perfectamente que entiendes de lo que te hablo.- Sonreí con malicia y él se descruzó de brazos avanzando hacia mí.

- Y según tú Dolohov, ¿Qué es lo que planeo contra Grindelwald?- Acomodé mis manos detrás de la espalda, no había necesidad de bajar o alzar la mirada con él ya que teníamos la misma altura y nuestras miradas quedaban la una fija en la otra.

- No lo sé, pero lo descubriré.- Me dediqué a observarlo, realmente estaba colmando mi paciencia.- Aléjate de Ainhoa, te lo advierto...

- Tú no eres nadie para advertirme nada, ten cuidado con lo que haces Dolohov.- Se aproximó un paso más hacia mí con las manos en puños.- No querrás que ella sepa lo que le hiciste aquella Ravenclaw el año pasado.- Comenzaba a enfadarse, su ira era notable y me divertía mucho ver sus reacciones.- ¿Qué pensaría Grindelwald si supiera lo que hiciste?- Su varita apuntaba mi nariz con firmeza.

-No te atrevas o sino...

-O sino qué Dolohov.- Aparté su varita de mi rostro con cuidado, mirándolo desafiante.- No olvides quien soy, no olvides lo que puedo hacer.- Guardó su varita y bajó la mirada sin dejar de hacer puños con sus manos.- Me debes mucho, no hagas que te cobre el favor.- Sin decir nada más giré sobre mis talones y seguí mi camino sin mirar atrás.

"Su cuerpo caía con rapidez, en menos de dos minutos impactaría contra el suelo. Incliné la escoba un poco más, sentía que no iba a llegar a tiempo. Estiré la mano pero antes de que pudiera cogerla unos brazos la rodearon, al observar mejor me di cuenta de que era Potter; solté un gruñido y bajé de la escoba.

Caminé hasta donde estaba el Griffyndor con ella en brazos, se la quité y la acuné contra mi pecho. Comencé a caminar lo más rápido que podía hasta la enfermería, no era cosa fácil con tanto mocoso queriendo ver qué pasaba.

Sus ojos estaban cerrados, su cuerpo era ligero y poco a poco se ponía más y más frío, tenía el labio roto y un pequeño camino de sangre coronaba su frente. ¿Cómo demonios es que cuatro Bludgers atacan así a una persona? Con magia, ¡duh! Cada día te vuelves más estúpido Voldemort. Ignoré la voz de mi cabeza y me apresuré más a la enfermería. Sentía los pasos de Dumbledore y Slughorn detrás de mí, pero sinceramente en este momento me importaba muy poco lo que pudieran decir o pensar.

-Madame Anabela.- Salió de su oficina y al verme con Ainhoa en brazos me señaló con la cabeza que la dejara sobre una de las camillas. Con cuidado la acomodé en la primera camilla que había cerca a la puerta de entrada.

-¿Qué le pasó?- Con su varita le hizo una revisión rápida. La puerta se abrió dejando ver a Dumbledore junto a un cansado profesor Slughorn, sus amigos y el idiota de Charlus, que me observaba detenidamente.

Almas de Fuego [Tom Riddle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora