Heridas de bala

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Prólogo: Después de casi desangrarte durante un trabajo, Tangerine se queda contigo toda la noche.

Word count: 795

Advertencia: menciones de sangre, disparos y heridas.

Soltaste un pequeño gruñido al comenzar a despertar, sintiendo un fuerte dolor en tu costado derecho y tu hombro izquierdo.

Frunciste el ceño abriendo los ojos acostumbrándote a la luz que provenía de afuera, hasta que al fin pudiste ver bien donde estabas.

Te encontrabas recostada en una cama de algún motel barato que seguramente fue lo primero que Tangerine y Lemon encontraron después del trabajo.

De pronto los recuerdos de la noche anterior te llegaron a la mente.

Tangerine, Lemon y tu habían sido contratados para robar una laptop con información y eliminar a los testigos que encontraran.

Tus recuerdos eran algo borrosos, pero lo último de lo que te acordabas es de que ibas corriendo por un largo pasillo, y que luego un fuerte dolor en tu costado derecho y hombro izquierdo te hicieron caer al suelo. Luego una imagen borrosa de Tangerine corriendo hacia ti y sus gritos desesperados antes de que todo se volviera negro.

Volteaste la cabeza hacia el lado donde vista a Tangerine medio sentado medio recostado de una forma extraña en un sillón un poco más grande que uno individual, pero que de todas formas no era para tanta gente.

Una sonrisa se formó en tu rostro al ver que se había quedado contigo, y trataste de sentarte en la cama soltando un quejido, captando la atención de Tangerine que se despertó y frunció el ceño.

–No, no, no te levantes.–Te dijo con voz ronca de recién despertado y aún medio dormido, acercándose a ti para dejarte recostada.

–¿Qué fue lo que pasó?–Le preguntaste mientras acercaba el incómodo sillón hacia la cama para sentarse ahí, dejando ambos codos en sus piernas y pasando sus manos por su rostro y cabello algo desordenado.

–La pregunta aquí es, ¿qué putas pasa contigo?–Te preguntó algo molesto, aunque detrás de sus palabras podías percibir algo de preocupación.

–Había que recuperar la laptop, ¿la tienen?

–¿Acabas de despertar después de casi desangrarte hasta morir y lo primero que preguntas es por una puta laptop?–Te preguntó desconcertado.–Es que de verdad a veces eres pendeja.–Se quejó levantándose para darte la espalda, dejando una mano en su cadera y la otra pasándola por su cabello y luego su barbilla.

–No respondiste mi pregunta.–Le dijiste sentándote en la cama con dificultad.

–Sí, si, Lemon ya guardó la puta laptop.–Te dijo acercándose para sentarse otra vez en el sillón junto a la cama.–Me tenías— NOS tenías preocupados.

–¿Enserio?–Le preguntaste con una pequeña risita.

–¡Obvio que si pendeja! ¡Te hubieras desangrado si no llegábamos! Tenías una puta bala en el costado derecho y otra en tu hombro. Tienes suerte de que llegamos a tiempo y Lemon y yo te las pudimos sacar.

–Había que completar el trabajo.–Le dijiste volviendo a recostarte y cerrando los ojos.

–¿Terminar el trabajo? ¿Qué acaso tu vida no te importa?–Te preguntó desconcertado e incluso ofendido.

–Sabes que son riesgos que hay que tomar cada vez que aceptamos un trabajo, Tan.–Le dijiste volteando tu cuerpo hacia su dirección para verlo.

Tangerine rodó los ojos y apoyó su espalda en el sillón, viendo hacia todos lados menos a ti.

–Así que te preocupaste por mi, ¿Eh?–Le preguntaste con una pequeña sonrisa arrogante.

–Cierra la boca y no te hagas ilusiones pinche loca.–Te dijo viendo hacia su regazo donde estaban sus manos.

–Sabía que tenías un espacio especial para mí en tu corazón.

–Eso no es verdad.–Te dijo viéndote con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados.

–¿Entonces por qué te quedaste conmigo toda la noche?–Le preguntaste sin borrar la sonrisa de tu rostro.

Tangerine te quedó viendo entre algo molesto, cansado, y otras más emociones que no sabías descifrar.

–¿Qué nunca te callas?–Te preguntó viéndote fijamente a los ojos.

–¿Por qué no vienes tu y—. Ni si quiera alcanzaste a terminar cuando Tangerine tomó las frazadas y las pasó por encima de tu cabeza tapándote entera para hacerte callar y reír, mientras trataba de esconder sus mejillas sonrojadas.

–Cierra el puto pinche hocico por una puta vez en toda tu puta vida pinche loca.–Te dijo sosteniendo las mantas.

–¡¿Así es cómo tratas a alguien que tienes dos heridas de bala?!–Le preguntaste entre risas.

–Enserio me estresas.–Dijo volviendo a sentarse y soltando las mantas.

–Sí, pero también me amas.–Le dijiste con una pequeña sonrisa, saliendo de debajo de las mantas muy despeinada.

–Pinche loca.–Rodó los ojos para tratar de ocultar la sonrisa que quería formarse en su rostro y volteó la vista hacia otro lado, mientras tú solo reías.

Tangerine Oneshots (Bullet Train)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora