Tangerine Oneshots (Bullet Train)

Estás bien... estás bien...

Prólogo: Tangerine tiene una pesadilla y debe asegurarse de que te encuentras a salvo.

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Tangerine despertó de golpe sentándose en su cama cubierto de un sudor frío que le recorría de pies a cabeza.

Frunció el ceño y encendió la lámpara de su mesita de noche viendo hacia todos lados, hasta que vio hacia la ventana que ya estaba oscuro afuera.

–No, no, no, no...–Murmuró buscando su teléfono entre las frazadas de su cama.

Seguía con sus pantalones de su traje puestos y su camisa después de un largo día. Tenía su laptop en la cama, junto con un montón de papeles y carpetas que debía organizar.

–Mierda, mierda, mierda...–Murmuró con la voz temblorosa tomando su teléfono y marcando tu número con las manos temblando, las imágenes de su pesadilla aún frescas en su memoria.

El teléfono sonó un par de veces, hasta que le envió a tu buzón de voz.

–¡Hola! Soy T/N y si no te contesté es porque estaba durmiendo, o no quiero hablar, o muy probablemente porque detesto hablar por teléfono, pero deja tu mensaje o lo que sea. Sobre todo si es para un deposito de dinero.–Escuchó tu voz en el buzón, pero no logró calmar sus nervios.

–¡PUTA MADRE!–Exclamó tirando su teléfono en la cama con fuerza.

Se puso de pie lo más rápido que pudo y comenzó a quitarse la ropa con rapidez para ponerse una camisa limpia que no estuviera sudada, y luego su chaqueta de su traje.

Tomó su teléfono y arma dejándola detrás de su pantalón y salió lo más rápido que pudo de su habitación.

–¿Y a ti qué te pasa?–Le preguntó Lemon confundido refregando sus ojos con ambas manos asomado en la puerta de su propia habitación en el pasillo.

–Tengo que salir.–Le dijo tomando las llaves de su coche y abriendo la puerta para cerrarla con fuerza sin esperar una respuesta de vuelta.

Tomó el elevador y no paró de moverse en todo el trayecto hacia el subterráneo del edifico, moviéndose inquieto y ansioso.

En su sueño había visto como habías sido asesinada en tu propio departamento por alguien de su pasado, y los nervios y ansiedad le estaban consumiendo.

Cuando finalmente llegó a su coche, lo encendió y condujo lo más rápido que pudo saltándose casi todas las luces rojas que se le pusieron en el camino, y cuando llegó a tu edificio aparcó el coche fuera y corrió dentro.

Ni si quiera se molestó en usar el elevador y corrió por las escaleras hasta llegar a tu piso donde se acercó a tu puerta y comenzó a golpear con fuerza y la respiración agitada.

–¡T/N! ¡T/N abre por favor!–Habló desesperado con una mano apoyada en la pared y la otra sin dejar de golpear.

Poco después la puerta se abrió y te vio pasando una mano por tú rostro y la otra en la manilla con expresión adormilada y con tu pijama puesto, despeinada por completo y la almohada y frazadas marcadas en tu mejilla.

–¿Qué pasa? ¿Qué haces aqu—. Ni si quiera alcanzaste a terminar de hablar, cuando Tangerine se te abalanzó encima y te abrazó con fuerza.–¿Tan? ¿Mi amor qué pasa?

–Puta madre me tenías asustado... estás bien... estás bien, ¿cierto? ¿No te sucedió nada?–Te preguntó alejándose de ti y tomando tú rostro con ambas manos, viéndote preocupado.

–Tan, estoy bien, estaba durmiendo. ¿Qué pasó? ¿Qué haces aquí a ésta hora?–Le preguntaste ahora tú comenzando a preocuparte.

–Estás bien... estás bien...–Murmuró para sí mismo con sus manos aferrándose a tus hombros y bajando la vista.

Frunciste el ceño preocupada y le hiciste entrar en tu departamento cerrando la puerta y guiándolo por el pasillo hacia tu habitación.

Apagaste las luces del departamento y se quedaron con solo la de tu mesita de noche.

–Todo está bien, ¿ahora qué te parece si dormimos? ¿Mm? Te ves cansado.–Le dijiste con una sonrisa.

Tangerine solo asintió y comenzó a quitarse la camisa y la ropa mientras tú buscabas uno de sus pantalones de pijama.

Una vez estuvieron listos, te recostaste en la cama y Tangerine se te acercó envolviendo sus brazos alrededor de tu cintura y escondiendo su rostro en tu cuello.

Apagaste la luz y lo abrazaste acariciando su cabeza.

–¿Tuviste una pesadilla?–Le preguntaste con suavidad, a lo que él respondió asintiendo con la cabeza.

–Perdón por venir así... solo necesitaba asegurarme de que estabas bien.–Te susurró abrazándote un poco más fuerte.–Te llamé pero no contestaste.

–Dejé el teléfono en silencio y olvidé activarlo otra vez, lo siento.

–Está bien... lo que me importa es que estás bien, nada más.–Te dijo cerrando los ojos y sin querer soltarte.

Dejaste un beso en su cabeza y le seguiste acariciándolo hasta que escuchaste su respiración más calmada y relajada indicándote de que se estaba quedando dormido, por lo que tu también te relajaste y cerraste los ojos para dormir.