Tangerine Oneshots (Bullet Train)

Noche de cita

Prólogo: Tangerine y tú se están preparando para ir a su cita.

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Oye295

Tangerine estaba frente al espejo de su habitación acomodando la corbata de su traje y abrochado los botones de las mangas de su camisa, preparándose para su cita.

Pasó ambas manos por su cabello y luego se puso su chaleco que iba bajo la chaqueta, y luego la chaqueta de su traje antes de ponerse algo de perfume donde sabía que te gustaba sentirlo.

Estiró su ropa y ordenó un poco su bigote antes de escuchar la puerta del baño abrirse, y tus pasos en la habitación dando vueltas por ahí.

–Mierda... ¿Dónde ésta?–Murmuraste moviendo cosas dentro de tu closet.

–¿Es esto lo que estás buscando?–Te preguntó Tangerine con una sonrisa sujetando su pequeña bolsa por la correa que pasaba por tu hombro en su dedo.

–¡Sí! ¡Gracias!–Dijiste aliviada tomando la bolsa en tus manos y besando su mejilla.

Tangerine se te quedó viendo con una sonrisa de pies a cabeza por el conjunto que llevabas puesto antes de que levantaras la vista hacia él.

–¿Por qué me ves así? ¿Tengo algo en la cara? ¿La ropa me queda mal? Tal vez es demasiado, ¿verdad? Deja busco algo más para cambiarme y—

–Princesa te ves preciosa.–Te dijo con una sonrisa tomándote del brazo para evitar que te alejaras y así atraerte hacia él.–Te ves hermosa, como siempre.

–¿De verdad lo crees? Es que siento que ésta ropa no me queda bien.–Le dijiste algo acompleada.

–¿De qué putas estás hablado? ¡Ya deja de hablar mamadas, T/N! Te ves bien pinche hermosa y buena, me encanta cómo te ves así.–Te dijo con una sonrisa dejando sus manos en tus caderas y acercando su rostro hacia tu cuello para besarla la zona y dejar pequeñas mordidas.

–Gracias... tu tampoco te ves nada mal.–Reíste ligeramente mientras él seguía besando tu cuello.

–¿Sabes? Estaba pensando en que tal vez podríamos llegar un poco más tarde a nuestra reserva y quedarnos aquí—

–No, sabes que hace mucho tiempo he querido ir a ese nuevo restaurante.–Le dijiste alejándote un poco de él para apuntarle con el dedo índice y una pequeña sonrisa.

–Bien, bien... iremos. Pero cuando volvamos, tú vas a ser mi postre.–Te dijo con una sonrisa y sus manos aún en tus caderas, dándole un pequeño mordisco a tu dedo.

–Sí, si, lo que digas. Pero ya vámonos o perderemos nuestra reserva.–Le dijiste tomando tú teléfono de la mesita de noche y luego su mano para llevarlo a la entrada de su departamento.

–Ya voy, ya voy.–Rió rodando los ojos y siguiéndote con su billetera, teléfono y llaves de su coche en la mano, sin dejar de sonreír.