-Capitulo 22-

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Aún sentía las mejillas rojas por lo que había pasado antes.

Estaban sentados tranquilos y en silencio, y entonces se le había olvidado toda la vergüenza cuando había aparecido un plato lleno de frutas partidas y dulces.

Prácticamente había aplaudido como un niño pequeño, ni si quiera en hogwarts podía permitirse comer tanta fruta y se había emocionado de más.

Cuando el hombre sentado frente a él sonrió divertido por su reacción realmente había deseado que lo tragara la tierra.

No había podido verlo a los ojos por la vergüenza, sabía que era infantil, pero nunca a ese nivel.

Tal vez tenía que ver con eso que leyó una vez, al tener una infancia reprimida es normal que sucedan cosas así, o eso había entendido.

Y estaba bien, pero no pensó que lo haría pasar tanta vergüenza.

A penas había podido comer sin cometer otro error, y para acabar de ajustar no habia terminado allí, no había podido evitar sonreír o hacer leves sonidos de gusto cuando comía.

No podía culparse, eran frutas, todas estaban deliciosas de todas las maneras, pero definitivamente se había avergonzado más.

Ahora, que aún caminaban, no podía mirar al hombre sin sonrojarse de nuevo, estaba allí como todo un caballero mientras él se comportaba como un niño.

No sabía cómo arreglar eso, así que, nuevamente, se habían sumergido en silencio.

Así hasta que vio por reojo al hombre tomar impulso y saltar sobre una piedra.

Volteo a verlo de inmediato, para notar que a un lado del camino había un conjunto de piedras donde el hombre mayor se encontraba.

Este sonreía tranquilo y lo invitaba con la mirada.

Y no pudo evitar ir.

Las piedras eran desiguales, y por alguna razón, ambos se habían propuesto llegar a la más alta.

Estaban allí, mientras se reían y jugaban, caminando y saltando de piedra en piedra, agarrando los árboles o al otro para poder llegar al la cima, sonriendo como infantes.

Después de un rato su objetivo estaba cercano, en hombre salto y logro llegar, pero él habia tomado un camino diferente.

Se impulso y logro llegar, pero se había resbalado y el hombre lo había logrado agarrar, el resultado de eso era el hombre abrazándolo mientras ambos miraban al rededor.

Le sonrió en agradecimiento y se sentaron allí.

Sin ser conciente, se acostó en él pecho del mayor, acomodándose para mirar hacia arriba, cómo el viento movía las ramas y se oía danzar las hojas.

El hombre también sonreía con cariño mientras miraba arriba, disfrutando del peso del más pequeño sobre él.

Realmente estaba feliz de haber decidido salir, para estar con tan bella criatura que pertenecía en alma al bosque...

A él.

Perdido en el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora