ᴅᴇꜱᴇʀᴠᴇ ʏᴏᴜ | ᴅᴇᴀɴ ᴡɪɴᴄʜᴇꜱᴛᴇʀ

Capítulo 8 ⛦

Kaylee:

Ahora estamos siguiendo el caso de un sujeto al que se le desintegró el cerebro en una hora, algo sutil. Jason me pide ir con el en su auto por una razón desconocida, así que ahora voy a su lado camino a Oklahoma.

Pero yo ya he sacado mis propias conclusiones respecto a esta situación, por lo que no tardo en preguntarle.

—Me quieres lejos de Dean, ¿no es así?

—Kays... —suspira—. No mezclamos trabajo con placer —me recuerda—. Puedes tener al chico o chica que quieras, cuando quieras —me mira de reojo—. Siempre ha sido así, solo gasta tu energía en alguien más.

—¿Qué tiene de malo Dean? —cuestiono divertida, flashbacks llegan a mi mente—. Es realmente bueno en lo que hace.

—Lo digo por tu bien y el de ellos.

—¿Ellos? —repito confundida.

—Hasta un ciego se daría cuenta —suelta un bufido—. Le atraes a los dos hermanos, nada bueno saldrá de eso.

—No voy a acostarme con los dos si eso es lo que crees —frunzo el ceño—. Sam sigue enamorado Jessica, no le gusto. Estás viendo cosas.

—Si quieres creer eso, es tu problema —agarra el volante con fuerza—. Tú no lo viste esa mañana, cuando los vio en la cama, estaba molesto.

—¿Y qué hay de con eso? —le rebato—. Hable con Sam luego y dijo que estaba molesto por pasar la noche en la comisaría.

—¡Dios! —exclama—. No puedes ver que es por ti, porque tuviste sexo con su hermano.

—Suficiente —sentencio—. No voy a discutir con mi mellizo sobre con quien puedo o no puedo tener sexo.

—Bien —accede—. Tarde o temprano te darás cuenta que tengo razón sobre Sam.

Suelto un bufido antes de darme vuelta para observar el paisaje. No le puedo gustar a Sam, es imposible o eso quiero creer pues lo que menos quiero hacer es causar problemas o romper corazones.

✾  ✾  ✾

Ya es de día cuando nos detenemos fuera de la empresa donde trabajaba la víctima, pues queremos hablar con el sujeto que lo encontró.

—¿Travis Weaver? —le pregunta Sam, asiente.

—¿Usted trabajaba con nuestro tío Dusty? —esta vez habla Dean.

—Nunca dijo tener sobrinos.

—¿Enserio? —Jason frunce el ceño—. Él nos habló de usted, dijo que era el mejor.

—¿Eso dijo? —sonríe levemente.

—Queríamos preguntarle que vio usted exactamente.

—No estoy seguro, cayó en un agujero. Fui a buscar una cuerda y cuando volví...

—¿Qué vio?

—Nada, solo a Dustin.

—¿No vio heridas ni nada? —interrogo.

—Le sangraban los ojos, los oídos, la nariz —señala—. Solo eso.

—¿Cree que pudo ser el mal de la vaca loca? —pregunta mi mellizo.

—No lo sé, eso dicen los doctores.

—Pero si así fuera él habría actuado extraño —le dice Sam—. Como con demencia, falta de control motor, ¿usted nunca notó eso en él?

—De ninguna manera —niega—. Pero si no fue una enfermedad, ¿qué rayos fue?

—Buena pregunta —responde Dean.