Capítulo 12 ⛦

344 38 13
                                    

Narrador omnisciente:

Dean estaba perdiendo la cabeza, Sam y Kaylee habían desaparecido hace una semana. Intentó llamarlos pero nada funcionaba. ¿Cómo es posible que este en esta situación otra vez? Por suerte Sam se comunicó con él y le dio una dirección.

—Chicos, soy yo —toca la puerta de la habitación, no obtiene respuesta—. ¿Kaylee? ¿Sam?

Gira la perilla de la puerta dándose cuenta de que esta sin seguro, ingresa a paso lento observando a su alrededor. Solamente encuentra a Sam sentado en la orilla de la cama con la mirada perdida.

—¿Estás sangrando? —le pregunta al ver la sangre.

—Traté de lavarla —informa Sam, su hermano se da cuenta de la sangre que adorna la camisa—. No creo que sea mía.

—¿De quién es? —indaga Dean preocupado—. ¿Dónde está Kaylee?

—No lo sé. No recuerdo nada —susurra con la voz rota—. Creo que ella estaba conmigo, pero luego no, es confuso.

—¿Se fue? ¿Alguien la tiene? —insiste Dean, va a perder la cabeza—. ¡Sammy! ¿Qué rayos pasó?

—No recuerdo nada —repite él.

✾  ✾  ✾

Dean regresa a la habitación de hotel con una bolsa de comida y la información que averiguó sobre Sam. Se registró hace dos días con otro nombre y llegó solo, nadie vio a Kaylee ni a él cubierto de sangre.

—¿Cómo rayos llegué aquí, Dean? —cuestiona Sam—. ¿Dónde está Kaylee? ¿Qué me pasó?

—No lo sé, pero tú estás bien así que saldremos a buscarla. La encontraremos.

—¿En serio? —ironiza Sam—. ¿Qué pasa si la lastime? ¿O peor? Viste la sangre en mi camisa, no era poca.

—Sam, no... —niega Dean, ella debe estar bien—. Ni siquiera lo pienses.

—La conoces, si la hubiera atacado no se habría defendido —enfatiza, ambos saben que eso es verdad—. ¿Y si es lo que te advirtió papá?

–Oye, no te adelantes. No sabemos que pasó —alega Dean, oculta su nerviosismo por la desaparición de la castaña—. ¿Qué es lo último que recuerdas?

—Nosotros tres en ese cuarto de hotel en el oeste de Texas —responde Sam—. Con Kaylee salimos por unas hamburguesas...

—¿Oeste de Texas? —interrumpe Dean—. Eso fue hace una semana.

—Es todo —afirma Sam—. Después, ya estaba sentado aquí, sangriento. Sentí que había dormido como un mes.

—Muy bien regresa tus pasos —pide Dean tratando de mantener la calma—. El gerente dijo que te vio salir ayer en la tarde y que no te vio volver.

Dean camina hasta la ventana, una vez que corre la cortina se da cuenta de las manchas de sangre, por ahí debe haber entrado Sam.

Salen del motel para ver si recuerda otra cosa. Se acerca a los bodegas de almacenamiento de la calle de enfrente e ingresan a una con la llave que tenía Sam, encontrándose con un auto el cual comienzan a revisar.

—Más sangre —Sam señala el volante, Dean apunta hacia atrás y el menor toma el cuchillo ensangrentado—. ¿Crees que use esto en alguien? ¿Crees que apuñalé a Kaylee?

—Yo no creo nada —murmura Dean, espera que ella no este herida—. Maldición.

—¿Qué? ¿Qué encontraste?

—Una cajetilla de cigarros de sandía —la eleva para que su hermano la vea—. Los favoritos de Kaylee.

—Tal vez no la lastimé a ella —sugiere Sam, encuentra un papel—. Mira, recibo de gas de otro pueblo.

ᴅᴇꜱᴇʀᴠᴇ ʏᴏᴜ | ᴅᴇᴀɴ ᴡɪɴᴄʜᴇꜱᴛᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora