Capítulo 7 ⛦

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Kaylee:

Estamos en una cafetería comiendo algo, estoy sentada junto a Dean. El último trabajo de los chicos no salió tan bien, yo estaba visitando a mis hermanos por lo que no los pude ayudar pero lograron escapar de la policía. 

—Sigo sin creer esto —niego con la cabeza—. Los dejo solos una semana y pasa esto.

—Sabía lo que hacía —me susurra Dean—. Quería traerte de vuelta, y lo logré.

—Eres un idiota —pateo su pierna por debajo de la mesa a modo de juego, me sonríe de lado—. Pero un idiota lindo.

—Bueno, se acabo el bajo perfil —le dice Sam a su hermano—. Te quieren arrestar en Saint Louis, y estás en la base de datos federal.

—Ya soy como Dillinger o Capone —menciona divertido.

—Dean, no es gracioso —regaña Sam—. Vamos a tener que ser más cuidadosos.

—¿Qué tienen contra ti?

—De seguro no lo han subido aún —responde Sam.

—¿Ni complicidad? ¿Nada? —insiste Dean, Sam lo manda a callar y este se ríe—. Estás celoso.

—No es cierto.

Claramente eso molesta un poco a Sam pero trata de ocultarlo. Dean toma una patata frita y la extiende en mi dirección para que coma. Cuando termino de masticar dejo un suave beso en su mejilla y apoya su mano en mi muslo como respuesta.

—¿Qué tienes en el caso, joven inocente e inofensivo? —cuestiona burlón.

Giro la cabeza para mirarlo con seriedad, pero me da una sonrisa inocente, si no estuviéramos en un restaurante comenzaría a llenarle la cara de besos. Sam cierra la computadora para tomar un montón de papeles.

—"Arquitecto Sean Boyden muere al lanzarse desde el techo de su casa, un condominio que él diseñó"

—Construye un rascacielos y salta desde él. Que elegante —comenta Dean—. ¿Y cuándo llamó a Control Animal?

—Dos días antes.

—¿En serio dijo "perro negro"? —pregunto dudosa.

—Sí —afirma Sam—. Feroz perro negro. Las autoridades, no lo hallaron y nadie más lo vio. Es más, las autoridades no entienden, cómo un perro salvaje pido pasar al portero, tomar el ascensor y entrar a los pasillos de la elegante casa.

—Un perro que se hace invisible —comento divertida—. Yo quiero uno.

—No me gustan los perros —me susurra Dean en el oído—. No me gustan. No podríamos tener uno.

Se da cuenta de lo que acaba de decir y se separa de mi carraspeando incómodo. ¿Acaso insinúo que íbamos a seguir juntos por mucho más tiempo?

—Bueno... —me acerco a hablarle al oído—. Está bien si no te gustan, no tendremos un perro.

—Y después, no más llamadas, él no fue a trabajar —continua Sam—. A los dos días salta al vacío.

—¿Sería realmente un perro negro? —insiste Dean—. ¿Qué dicen los libros?

—Todo es muy vago —le entrega las hojas—. Hay perros espectrales en todo el mundo, pero dicen que son espíritus o augurios de muerte. Pero siempre, sean lo que sean, son enormes y malos.

—Apuesto a que podrían arrancarte una pierna. Miren este —señala con una pequeña sonrisa, lo miramos mal—. ¿Qué? Podrían.

Niego con la cabeza ocultando una sonrisa, Dean siempre anda haciendo esta clase de bromas. En el fondo espero no encontrarme con uno de esos perros porque debe ser horrible.

ᴅᴇꜱᴇʀᴠᴇ ʏᴏᴜ | ᴅᴇᴀɴ ᴡɪɴᴄʜᴇꜱᴛᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora