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Ya limpiecitos después de haber llegado de la playa, tomamos nuestras pertenencias y nos fuímos a recorrer antes que comenzara el atardecer.

Nos fuímos por la ruta contraria a la playa y caminamos hasta la plaza central. La gente circulaba entre distintos puestos de la feria y se abarrotaba por sobre todo en los de comida, cosa que no juzgamos porque seguimos los pasos de la muchedumbre y nos acercamos a un puesto de completos para samparanos uno cada uno en silencio, porque al parecer todos estábamos igual de cagados de hambre.

Cuando terminamos de comer, esperamos a que la Paloma se comprara una bolsa de papas fritas, porque según ella el completo no le había tapado ni una muela, así que en cuánto estuvo, seguimos recorriendo.

— Oye, barza, devuelvemela. —Se escuchaba que retaba a su primo detrás mientras la Coni y yo íbamos viendo los puestos de artesanía.

— Mira, ¿y éste? —Preguntó mi amiga mostrándome un imán para llevarle al refrigerador de su mamá.

— Si, demás le gusta.

— Barzúo, déjame mis papas fritas o la media patá en los cocos que te voy a dar... — Seguían discutiendo los primos.

Esperé a que la Constanza pagara el imán y seguimos. Nos pusimos a ver otro puesto de collares, pulseras y demás.

— Oye ¿y si nos compramos unas pulseras iguales? Para recordar siempre este viaje. —Sugirió la Coni, con una sonrisa tierna.

— ¡Ya! —Sonreí también. Esperé a que los primos llegaran a nuestro lado y la Coni les repitió la idea.

Así que aquí estábamos eligiendo una pulsera que nos gustara a todos. Cuando finalmente la escogimos, hicimos una vaquita para pagarlas en cantidades justas.

— Me encanta, es muy nanai ésto, porque lo recordaremos siempre. —Dije cuando las tuvimos en nuestras manos.

— Hasta que se nos pierdan. —Habló la negativa de la Paloma. — Y yo que soy una dispersa culiá, créanme que en una semana ya no la voy a tener.

— Tan insensible que eres. —Le dijo la Coni mientras le amarraba la pulsera a nuestra amiga, que solo se rió con frialdad.

Seguimos caminando entre tanto yo estaba concentrada en armar el nudo, pero al tener que hacerlo con una sola mano la pulsera se me resbalaba.

— A ver, te ayudo. —Las manos del Mateo aparecieron en mi campo de visión y alejé la mía para que él pudiera hacerlo.

— ¿Te abrochaste la tuya? —Pregunté alzando mi vista, encontrándome con su cara de concentrado en lo que hacía.

— Nop.

— ¿Te la pongo? —Pregunté alzando ligeramente mis cejas.

Sus ojos subieron a los míos y reprimió una sonrisa.

— ¿Qué es esa propuesta indecente, Camila?

Mi cara se enserió. Se rió suavemente y soltó mi mano al terminar de abrochar para pasarme su pulsera.

Tomé su muñeca y la abroché. —Listo. — Lo miré y sonrió.

— Gracias.

Observé a mis amigas que ya iban caminando un poco más adelante y comencé a caminar.

— Oye... —Habló el Mateo, caminando a mi lado.

— ¿Quép? —Fijé mi vista en buscar algo interesante en los puestos que íbamos pasando.

— ¿Te acordái que ayer te pregunté cómo terminaste cuarto?

— Si... —Volví mi vista a él extrañada. — ¿Por?

Summer love [chilensis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora