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— Oh, chucha.

— Auch.

Al intentar alejarme rápidamente del Mateo por el susto de la voz, enderecé mi cuerpo y pasé a pegarle un cabezazo en el mentón. Mientras él se ponía una mano en la zona golpeada, yo me la ponía en mi cabeza que también había quedado adolorida.

Miramos en dirección a la voz supuestamente alarmante, pero solo eran el Nacho y el Joaquín que se estaban riendo flojamente de nuestra estupidez.

Conchetumare, ¿y sí habían notado lo cerca que estábamos?

— ¿Andan comprando juguitos? —Preguntó el Nacho.

Pero sentí el alivio volverme al cuerpo en cuánto me percaté del estado de ambos, que muy en realidad estaban cero pendientes de su alrededor.

— Hermanito, vámonos pa' la casa, hace cualquier calor. —Se quejó el Joaquín apoyándose a un lado del puesto.

El Nacho empezó a mover sus brazos en modo de despedida. — Nos viramos, gente, cuídense.

El Joaquín ni se despidió y ambos siguieron su camino como si nada. Los seguimos con la mirada.

— ¿Qué fue eso? — Me sentí terrible perdida. — No creo que hayan cachado que...

— No. — Se apresuró en responderme. — Andaban en la quinta dimensión esos hueones.

Me fijé en sus amigos caminando y como cada vez se veían más lejanos. Volví mi mirada al hombrecito frente a mi con una duda emergente.

— El Joaquín... No sabe nada, ¿cierto?

Apoyó un brazo en el mesón. — No. No somos tan cercanos como pa' contarle las cosas que realmente me importan.

Asentí con mi cabeza.

¿Había insinuado que soy parte de los temas que realmente le importan?

— Sus jugos. —Habló el señor volviendo junto a nosotros y posó los vasos para que los tomáramos. El Mateo pagó y cuando los tuvimos en la mano, dimos media vuelta para volver a nuestro puesto.

Lo escuché a mi lado hacer un sonido y ladeé mi cabeza para ponerle atención, pero luego cerró su boca.

— ¿Me ibai a decir algo? —Fruncí ligeramente mis cejas.

— No. —Observó algunas personas sentadas en la arena para poder esquivarlas. — O sea... ¿Te puedo hacer una pregunta?

— Sip.

— ¿A ti nunca te interesó el Joaquín?

— Pero si dije como chorrocientas veces que no. —Solté una pequeña risa. — ¿Por?

— No sé. Como pasó eso de que te iba a pedir el Instagram, aunque al final nunca lo hizo.

— Si, pero la misma Denise me dijo que ese anda de flor en flor po.

— Mmh, en todo caso. — Me tendió una mano para ayudarme a pasar entre medio de unos hoyos en la arena. — Por eso no le dí tu Instagram y preferí que tu decidieras si se lo dabas o no. A lo mejor una versión de ti que quisiera pelarse aceptaba. — Me miró divertido al decir lo último.

Hice un sonido burlesco. — Si, claro. — Solté su mano y seguimos caminando. — Pero... ¿No es raro que él haya querido hacer eso y ahora tú estés... Nosotros...? Eh, no sé, tu cachai.

Se rascó la nuca. — No sé. Es que como te dije, estamos en el mismo grupo, pero no somos cercanos realmente. Y al final nunca te lo preguntó y no dijo nada más al respecto tampoco, entonces yo cacho que vió que tu no estabái ni ahí y chao.

Summer love [chilensis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora