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Ni siquiera sabía muy bien cómo mover mi boca encima de la suya, mis labios sólo hacían torpes movimientos y no sincronizaban con los de él. Se intentó acomodar de tal manera que ambos quedáramos bien sentados en la banca y percibí la cercanía de su cuerpo al momento en que se afirmó del respaldo y posó su otra mano en el borde del asiento casi rozando mi pierna. Pero como para era algo nuevo, me dió miedo que me metiera la lengua y sentí al arrepentimiento tomándome de los brazos, separándome de su boca y levantandome de la banca.

— ¿Qué pasó? —Preguntó confundido.

Me toqué a misma buscando mi celular, pero recordé que se lo había pasado a la Coni para que me lo guardara en el bolsillo de su poleron.

— Tengo que ir al baño. —Dije dando media vuelta para irme. Me detuve y me dirigí a él nuevamente. —Chao. —Le di un tonto beso en la mejilla como si hace unos segundos no le hubiera chantado un beso en la boca y caminé rápidamente hacía la parte cerrada del lugar.

Me sentía mareada por todo lo que mi cabeza intentaba juzgarme en ese momento, pero que no lograba captar del todo por el efecto del alcohol.

Caminé mirando hacía todos lados y ni siquiera sabía dónde estaba el Mateo... ¿El Mateo?, ¡El baño! Ni siquiera sabía dónde estaba el baño.

Me metí entre la gente y me fuí a apoyar a un pilar abrazandome a él y apoyando mi cabeza para cerrar mis ojos, porque me sentía muy extraña. Así estuve un buen rato, en un vaivén de emociones que actualmente estaba bajo.

— ¿Mila?

Y que ahora había vuelto a subir.

Levanté mi vista y sentí como se me infló el pecho al ver al Mateo frente a mi.

— ¡Hoola! —Sonreí.

— ¿Estái bien? —Se acercó a examinar mi cara.

Me acabo de comer a un hueón para sacarte de mi cabeza.

— ¿Estái afiebrada? —Puso el dorso de su mano en mi mejilla.

Negué con mi cabeza.

— Es que tomar no me hace muy bien. —Contesté balanceándome afirmada del pilar.

— ¿Necesitas que nos vayamos?, ¿puedes caminar?

— Si puedo caminar. — Dije dando un paso hacía él y tambaleandome un poquito. Me agarró de los codos para que no me fuera de hocico.

Bajé mi mirada, quedándome pegada en sus manos afirmándome y sentí un cosquilleo recorrerme. Me fijé en su antebrazo y en la vena que se le sobremarcaba debido la tensión que hacían sus brazos por sostenerme y pasé mi dedo por el contorno de ésta. Su piel estaba tibia. ¿Por qué estaba sintiendo la necesidad de sentir el tacto de mi piel con la suya?

Levanté mi vista y él estaba mirándome con el ceño ligeramente fruncido y una sonrisa divertida en los labios.

— Perdón. —Dije avergonzada y saqué mis brazos de sus manos.

Me había besado a un hueón desconocido. ¡Ahora estaba acariciandole el antebrazo al primo de mi mejor amiga como si me gustara!

Me pedí a mi misma ponerme más seria y reaccionar.

— ¿Me llevas al baño? Por favor. —Le pedí sin mirarlo.

— Si, vamos.

Me abrazó delicadamente de los brazos para que pudiera caminar firme junto a él y pasamos a través de las personas hasta un rincón con dos puertas. El Mateo abrió una.

— ¿Puedes? —Preguntó afirmando la puerta.

— Solo me quiero lavar la cara. —Dije entrando y caminando paso a paso para poder llegar al lavamanos. Apreté de esas llaves que una debía dejar presionando, pero no me daba para presionar con una y lavarme con la otra.

Summer love [chilensis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora