El Mateo fijó su vista en mi y me hizo un gesto con el que daba a entender que probara su comida. Le devolví otro gesto en respuesta para que desviara su mirada y pudiera probar bocado sin que sus ojos estuvieran ahí poniéndome nerviosa, así que los desvió hacía el monólogo de la Paloma.
— Entonces yo pensé, ¿qué mejor para no sentirme mal por estar soltera qué un carrete? —Se echó comida a la boca. — Así que tendremos que buscar uno para mañana. —Concluyó, hablando con la boca llena.
— ¿Y cómo? Si es San Valentín, todos estarán con sus parejas. —Le refutó la Coni.
Enrollé los tallarines en el tenedor y luego de juntarlos con la salsa de tomate, me los llevé a la boca.
¿Qué me iba a conquistar con esa salsa?
Pues sí.
¡Pero la salsa!, no él.
Estaba riquísima, realmente tenía un don culinario que le estaba envidiando porque a mí la cocina en contexto de sabor se me daba terrible. Hasta la sal me quedaba desabrida.
— Ay, así como que todos estarán en pareja no, porque no somos los únicos hueones solteros en este lugar. —Contestó la Palo, moviendo sus brazos para expresarse. — Mateo, tu vivís aquí po, ¿cachai algún carrete que haya mañana? —Se limpió las comesuras de los labios que tenía embarradas de salsa.
Su primo dejó el tenedor a mitad de camino para responderle. — No que yo sepa, pero los cabros demás si.
— ¡Eso! —A la Palo se le iluminó la cara. — Tus amigos deben saber. —Sonrió de oreja a oreja. — ¿Hoy nos juntaremos todos en la playa?
El Mateo se encogió de hombros mientras masticaba y tragó. — Tendría que preguntarles.
— Demás dicen que si, si que más van hacer esos flojos culiaos. —Contestó su prima.
— La que habla po... —La miré divertida.
— Yo no soy floja, hoy barrí. —Levantó su mentón con dignidad.
Me reí y seguí concentrada en mi plato.
Me acordé que debía decirle al Mateo si estaba aprobada o no su comida, así que con la punta de mi zapatilla le dí una pequeña patada a la suya aprovechando que estaba justo en frente mío y levantó su mirada. Le apunté la comida con mis labios y luego negué con mi cabeza. Alzó sus cejas incrédulo y reprimí una sonrisa. Bajó una ceja y arqueó la otra. Lo quedé mirando sin hacer nada y luego asentí con mi cabeza. Él sonrió como niño chico orgulloso de su obra.
— ¿Qué tanta morisqueta entre ustedes? —La voz de la Palo irrumpió en nuestra interacción y ambos la miramos.
— Queti. —Respondimos al mismo tiempo. Volvimos a mirarnos y con los ojos más abiertos nos empezamos a reír.
La Palo entrecerró sus ojos y la Coni se quedó mirando un punto fijo como analizando algún pensamiento dentro de su cabeza.
Luego de almorzar, levantamos la mesa y dejamos todo ordenado para luego poder salir a la playa.
Después de ponernos el traje de baño bajo la ropa a la Paloma le dieron ganas de cagar, por lo que la Coni y yo nos pusimos juntitas a mirar por la ventana a esperarla.
— Me estoy encariñando caleta con este lugar. —Mi amiga rompió el silencio en el que ambas estábamos inmersas.
— Yo también. —Fruncí mis labios. — Me va a dar pena cuando nos tengamos que ir.
— Siento que me ha ayudado harto a desconectarme con el tema de la Universidad. —Reposó sus brazos en el borde de la ventana.
— A mi igual. —Sonreí pensativa. — Es como una realidad súper distinta. —Miré hacía las personas que pasaban en la calle. — Y no sé si quiero volver.
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Summer love [chilensis]
RomanceUnas vacaciones de verano junto a tus mejores amigas en la casa de la playa del primo de una de ellas pueden ser el motivo perfecto para encontrar un 'summer love', pero la Mila no anda en esa onda, además, un amor de verano ya sonaba utópico po, ¿o...