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— 'Toy listaylor. — Habló la Paloma entrando a la pieza.

Dejé de leer el libro que había descargado en mi celular, que ya me estaba releyendo por tercera vez y me levanté de la cama al mismo tiempo en que la Coni se bajaba de la suya.

— Chao, hijo. — La Constanza se despidió de su peluche gigante convertido en su nuevo compañero de cama.

— Chao, Di Mondo.La Paloma le movió la mano al peluche y luego de tomar la pelota de Voleybol, ambas salieron de la pieza.

Tomé mis cosas y luego miré al peluche encima del colchón, observándome, esperando a que me despidiera de él.

No lo iba a hacer, si era un peluche.

¿Y si se enojaba y en la noche me atacaba?

— Chao, Di Mondo. —Me despedí mirándolo de reojo y salí de la pieza.

Bajé las escaleras y antes de irnos nos despedimos de la tía Marce, que aprovechando su día libre, estaba echada en el sillón viendo en la tele un capítulo repetido por ves número 1387482073 de "Vívala o vendala" en el Discovery H&H.

— Será que a una tal Mila hoy le piden el Instagram... —Comentó la Palo con picardía, cerrando la puerta tras de si.

La Coni se puso pegarme codazos. Comenzamos a caminar calle abajo hacía la playa, donde nos encontraríamos con el Mateo, que había salido después de almuerzo a juntarse con sus amigos y ahora nosotras nos sumaríamos a ellos.

— Ni se les ocurra molestarme, par de hueoncitas. —Las apunté amenazadoramente con mi dedo, pero solo me miraron con burla. — O si no soy capaz de descuartizar al Di mondo.

— No te metas con mi hijo. —La Coni entrecerró sus ojos.

— Ya, si tampoco es que vayai a casarte con el Joaquín solo porque se lo des. —La Palo iba jugando con la pelota de Voley en sus manos.

— Si sé. —La miré. — Me da cosa nomás, prefiero evitarme esas situaciones.

— Tenís que soltarte, hueona, deja que las cosas fluyan en estos días. —Me guiñó un ojo. — Que la vida te sorprenda.

— Dale color.

— Si po, la vida debe ser de colores, no blanco y negro. —Se las sacó con sus palabras.

Llegamos a la playa y nos pusimos a caminar por la arena mientras la Palo le hablaba a su primo para localizarlo y en cuánto lo hicimos, fuimos a su encuentro.

Por suerte solo estaba el Mateo y su amigo del que no recordaba el nombre, pero que en mi mente llamaría Nacho, porque era igualito al Nacho de "Las aventuras de Sofía".

Que buena era esa hueá.

Los saludamos y antes de poder sentarnos junto a ellos, nos hablaron desde otro lado.

— ¡Llegaron las tres mosqueteras! —Exclamaron.

Miramos en dirección a la voz y venía el Joaquín con el Felipe saliendo del agua. La Palo se fue a saludarlos y a huevear con ellos y la Coni y yo decidimos sentarnos en la arena.

— ¿Y ese? —El Mateo señaló sonriente con un movimiento de mentón el tatuaje temporal en mi clavícula.

— Me lo hice anoche. —Me lo miré unos segundos. Aún seguía estando nítido, pero después de unas bañadas más, iba a decir adiós.

— Estás echa una rebelde, Camila. —Negó con su cabeza fingiendo reproche.

Iba a contestarle, pero los tres restantes llegaron junto a nosotros y se pusieron a conversar sobre un carrete y no sé qué, pero me limité solo a escuchar, porque no me sentía en confianza como para integrarme en el tema. Ellos se sentaron y el Joaquín se puso entre medio del Mateo y yo, pasándole un brazo por el hombro a su amigo, luego volteó su cabeza y me miró.

Summer love [chilensis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora