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Seguí mirando por la ventana viendo como el cielo se ponía rosadito escuchando a mis espaldas como mis mejores amigas conspiraban para intervenir en mi vida amorosa y obviando el hecho de que me había quedado sin jugo porque la perla de la Paloma se lo había adjudicado.

— ¿Queríai un amor de verano? —Preguntó el Mateo, que seguía a mi lado, alzando una ceja con diversión.

— Antes. —Enfaticé.

Tampoco es que ahora fuera una escéptica respecto al amor, -pero para que íbamos a andar con cosas-, en mis mis dieciocho años de vida había pasado enjabonadita con las relaciones amorosas. Nunca un verdadero pretendiente, nunca un deseo propio mío de realmente querer estar con alguien y la única vez que una persona se interesó en saber cuál era mi Instagram, le dije que no tenía. ¿Y por qué? Porque mis expectativas sobre el romance subieron tanto por culpa de lo libros, que el simple hecho de hablar por Instagram se me hacía soso. Y sé que es un pensamiento mezquino, pero me daba miedo que en realidad no fuera como yo quería.

Así que en resumen, era parte de los rezagados que a pesar de saber que el amor puede existir, prefiere abnegarse y limitarse a vivirlo a través de los libros, películas y escenarios ficticios que seguramente nunca pasarán.

— Mira tú, Camila.

Despegué mi vista del paisaje para mirarlo mal, pero en buena onda.

— Ya empezaste.

— ¿Con qué? —Reprimió una sonrisa.

— No me digái Camila.

— Bueno.

Me puse a juguetear con el cuerito de mi labio como siempre hacía cuando el silencio se posaba en una conversación y fijé mi atención nuevamente en la vista exterior de la casa.

— ¿Cómo haz estado, Camila? —Se posicionó a mi lado apoyado en la ventana.

Ahí estaba pronunciado mi nombre de nuevo.

No es que lo odiara, pero todos mis conocidos sabían que prefería que me llamaran 'Mila', porque mi mamá también se llamaba así y necesitaba una diferenciación de ella.

— Ya, si es broma. —Movió ligeramente mi brazo con el suyo. — ¿Cómo estuvo ese último año de media?

Ladeé ligeramente mi cabeza para mirarlo. — Piola. ¿El tuyo?

— ¿Piola?, ¿ni un detalle?

— Ni un detalle. —Encogí un hombro. — ¿Y el tuyo?, ¿saliste con honores por ser el más hediondo?

Entre abrió su boca indignado y me reí. Miré de reojo a mis amigas, que estaban concentradas cuchicheando entre sí. Me despreocupé de ellas, sabiendo que estar hablando con el Mateo no iba a provocar que ellas me shippearan, porque cuando estábamos con él era como si fuera uno más de nosotras.

— Oye, me prometiste que no volveríai a lesearme con eso. —Me señaló con su dedo.

Lo miré.

— Y tú con el Camila. —Lo señalé de vuelta. — Estamos a mano.

— Pero si te llamái Camila.

— Y tú te tirabai los medios peos. —Contraataqué.

— Esos son puros cuentos de la Paloma.

— No sé, yo te sentí uno en 2019.

Negó con su cabeza. — Pasado pisado, Camila.

— Córtala. —Lo miré con advertencia al repetir mi nombre nuevamente.

Summer love [chilensis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora