28

369 28 9
                                    

Todos miramos a la persona que había salido de la cocina con sus brazos abiertos caminando hacía el Mateo, quién lo miraba incrédulo.

— ¿Rodrigo? —Preguntó sin moverse.

— ¡Saluda a tu hermano favorito po, cabro chico! —Le dijo envolviendolo en un abrazo, mientras todos los mirábamos.

— Erí mi único hermano. —Le contestó el otro estrechando más a su hermano mayor.

Los dos se parecían un montón, pero clramente el Rodrigo tenía rasgos de alguien que era mayor que nosotros, si mal no recordaba actualmente tenía unos 25 años. Tenía toda la pinta de tener esa típica actitud de jote inmaduro con el que se conquistaba a las minas cuando iba en el liceo, tal como me lo había contado el Mateo cuando me lo describió.

— Oye, ¿y tú?, ¿no saludái a tu prima favorita? —Habló la Palo cruzada de brazos.

— Pero cómo no, la inigualable cacatua de la Mercedes. —Dijo separándose de su hermano, no sin antes desordenarle el pelo y se acercó a abrazar a su prima.

— ¿Cómo estái? Estai entero cambiado, se nota que te volviste un gymrat, culiao. —Le dió un palmetazo en un bíceps.

— Y tú seguís igual de insolente. —Se rió.

— Una salió sin pelos en la lengua nomás po. —Se encogió de hombros.

Se volteó a vernos y sonrió. — Hola, un gusto. —Se acercó a saludarnos de un beso en la mejilla a cada una. — ¿Ustedes son...?

— Son mis amigas, La Mila y la Coni. Las conocí en la media, pero como tu andai desaparecido como hace cinco años, no estai enterado de nada. —Le contestó la Palo.

— Me he perdido de harto parece. —Nos miró a todos. — Pero bueno, ¿comamos algo o no? Con el Papá venimos muertos de hambre.

Y así fue como todos nos pusimos en marcha para preparar la once, la tía incluso nos mandó a comprar cositas ricas para recibir como corresponde a los amores de su vida, palabras que ella misma utilizó. Ella se veía muy contenta, sobre todo con la llegada de su hijo mayor, a quién no veía de hace años. Por otro lado, el Mateo a pesar de mostrarse feliz, algo me decía que no lo estaba del todo con la presencia de ellos, se notaba incluso medio preocupado. Luego de tomar once, los papás del Mateo salieron y nos quedamos nosotros con el Rodrigo, quién fue a comprar unas cervezas para que hiciéramos micheladas porque dijo que andaba con "sed de la mala".

— Oye, ¿y a qué se debe el honor de que volvierai? —Le preguntó el Mateo una vez estuvimos sentados en los sillones.

— Hacían falta unas mini vacaciones en casa, no hay nada como el hogar. —Le guiñó un ojo.

— Claro.

— ¿Por qué?, ¿no estái feliz de que esté aquí, cabezón? —Le dió un codazo. — Mira que yo quería puro verte, estai terrible cambiado.

— ¿Pa' bien o pa' mal?

— Pa' bien po, estai bonito, hasta te parecí un poquito a mi. —Le dijo, a lo que nos reímos. — Oye, ya, no te vai a escapar de esta. —Lo apuntó.

— A ver, ¿qué? —El Mateo lo miró con las cejas alzadas.

— ¿Y la polola?

— Ya empezaste con tus interrogatorios culiaos. —Se rió el Mateo y de pasó me miró, cosa que el Rodrigo cachó, porque enseguida se volteó a mirarme.

— ¿Y esas miraditas? Mmh... — Nos apuntó. — Ya. Desembuchen, no me vengai con mentiras,

El Mateo me miró casi que pidiendo ayuda, pero yo me encogí de hombros para que se relajara, como si su hermano no le diera seguridad del todo.

Summer love [chilensis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora