Summer love [chilensis]

01

¿Qué se hace cuando una de tus mejores amigas te invita a pasar dos semanitas a la playa en la casa de su primo?

Aceptar. Obviamente.

Sobre todo cuando no se te ha dado la oportunidad anteriormente de poder vivir ese tipo de experiencias bacanes en la vida.

Tomé mi bolso y cerré la puerta del maletero. Mis dos amigas se fijaron en que estuviera lista y las tres nos encaminamos a entrar en la casa, que era lo bastante amplia como para no sentirme mal pensando que ando ocupando espacio ajeno.

La puerta se abrió y nos recibió una sonrisa de bienvenida. Antes de pasar por el umbral, admiré las vistas calle abajo, donde se podía ver un pequeño trozo de la playa y se escuchaba el murmullo del agua.

Sonreí, sintiendo que me esperaban unas lindas mini vacaciones.

29 de Enero...

El ventilador rechinaba con cada vuelta que daba para poder propinarnos el frescor necesario a las tres hueonas sentadas a patas abiertas en el sillón.

— Palo, ¿Estái segura que no va a explotar? —Le pregunté a mi amiga.

— No, hueona. Si tendrá sus años el cacharrito, pero sirve. —Respondió la Paloma.

Seguí observando el aparato.

Hacía un calor de mierda y siendo la Paloma la única que tenía ventilador en su casa, como buena samaritana nos invitó a pasar el día en que haría más calor con ella.

— Quiero playa. —Comentó la Coni del otro lado.

— Oh, que rico. —Le contestó la Palo. — Playita, agüita helaita... Lo merecemos antes de que comiencen su vida universitaria.

Y si, finalmente habíamos pasado a la siguiente etapa. La Coni y yo nos habíamos matriculado hace poco en distintas universidades y cada una en la carrera que deseaba. La Palo, por otro lado, no se había decidido por nada y creía que no estaba preparada para ese nuevo mundo, así que llegaron a un acuerdo con su mamá y se tomó un año sabático.

— Ay, si... —Sentí nostalgia. — No va a ser lo mismo de antes, pero yo sé que nuestro amor seguirá igual. —Estiré mi brazo lo suficiente para que alcanzara a abrazar a mis dos amigas, pero la Paloma me empujó.

— No te pongai sentimental, culiá.

Saqué mi brazo indignada. — Cagaste. Me había atrevido a ser cariñosa, pero no lo aprovechaste. — La miré ofendida. — Perdiste la oportunidad de tu vida.

— De que me sirven los abrazos, dame plata mejor.

Le iba a responder, pero la Coni me interrumpió para hablarle a nuestra otra amiga.

— Deberiai tener piscina, hueón.

— Ah claro, como después la que paga el agua soy yo.

— A dónde que so' vo'. —Le empujé el brazo. — Es tu mami, barza.

— Lo mismo.

— No. 

Se echó más atrás en el sillón y miró de manera pensativa. — ¿Saben qué?

— ¿Qué?

Su cara se le iluminó. — Se me prendió la ampolleta.

— Con que va a salir ahora... —Murmuré en broma a la Coni, que me estaba mirando fingiendo estar aterrada.

Miramos a la Palo, que estaba concentrada en su idea.

— Que tenemos playa gratis, hueoncitas.

Ambas restantes fruncimos el ceño.