15

915 57 46
                                    

Se me escapó una sonrisa de los nervios y él sonrió sobre mis labios de igual manera. Nos separamos y quedamos mirándonos como si la situación nos hiciera gracia.

— Voy a hacer panqueques. —Dijo sacando sus brazos de mi alrededor.

Lo ví seguir su recorrido por la cocina poniendo los últimos ingredientes tras el mesón.

— Que rico. —Comenté acercándome a él. — ¿Te ayudo?

— A ver, ven. —Se puso detrás de mi, provocando una reacción cosquillosa inmediatamente en mi cuerpo y tomó mis brazos. —Echemos ésto primero.

Giré levemente mi cabeza para mirarlo hacía arriba.

— ¿Creís que soy marioneta?

Soltó una pequeña risa.

— No po, es como... —Se quedó pensando. —El Ratatouille.

Se puso a mover mis brazos para echar el harina en el bowl.

Me reí.— Se llama Remy, inculto.

— Lo mismo. —Dejó el paquete de harina sobre el mesón. — La cosa es que yo soy el guarén.

— ¡Es un ratón! —Le corregí. —Más decente que un guarén.

— Cómo eso va a ser un ratón si es la media hueá, yo lo veo y salgo corriendo.

Volví a reírme y percibí como él también lo hacía a mis espaldas, cosa que me dió escalofrío por sentirlo tan de cerca.

— ¿Y cómo pensái defendernos si aparece uno? —Pregunté.

— Que la Paloma lo haga, se tira un peo y el ratón se muere intoxicado.

Reprimí una carcajada. — Oye, más respeto con mi amiga.

— Si es broma. —Llevó mis manos a tomar la leche para vertirla. — Yo te voy a defender de todos los ratones.

— Ahí veremos quién defiende a quién. —Dejamos la caja de leche.

Fuímos rompiendo los huevos, intentando no hacer tanto ruído por respeto a las demás personas en la casa.

— ¿Y la tía Marce? —Pregunté en cuánto ambos estábamos mezclando todo.

— Anda de parranda la señorita. —Respondió separándose de mi y yendo a calentar el sartén.

— Que divertido. —Sonreí. Me hice a un lado y lo observé mientras él hacía lo suyo.

Tuve que empezar a juguetear con mi labio para disimular la sonrisa que se me quería escapar por si sola, ¡me sentía tan rara!, pero en un muy buen sentido. Seguí con la mirada sus movimientos y las mariposas en mi estómago se pusieron a revolotear como locas.

Me parecía tan irónico, porque hace solo unos días a él mismo le estaba diciendo que no estaba ni ahí con nada respecto al romance e incluso todo lo que me decía a mi misma él lo había corrompido sin ningún esfuerzo. Toda mi supuesta seguridad en relación a lo que pensaba se había ido por la borda desde el momento en que me fijé en el Mateo, rompiendo con mis planes de seguir siendo una solterona que se abstiene de vivir este tipo de cosas en la vida.

Se volteó a mirarme fugazmente y sonrió, le sonreí devuelta. Se dispuso a vertir la mezcla en el sartén luego de haber echado el aceite y prosiguió.

— ¿En qué estái pensando? —Preguntó. — ¿En que estái enamorada de mi? —Hueveó.

Me acerqué a él de brazos cruzados. — Uno no se enamora de un día pa' otro, caballero.

Summer love [chilensis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora