En la mañana Javiera despertó y su esposa aún dormía, se acerco a ella y la abrazo, respondió al instante acurrucadose a su cuerpo, el día estaba frío y aún era temprano. Beso su nuca e inhalo su aroma.
Se durmió un momento más hasta que su alarma la despertó. Flavia despertó sin abrir sus ojos y podía sentir la respiración de su mujer en su cuello, estaba abrazada a ella, no pudo evitar sonreír. Intento pararse pero no se lo permitieron.
-Ya quieres abandonarme en la cama. -hablo la inspectora aún con los ojos cerrados.
-Es que se hará tarde, tengo un par de entrevistas para el nuevo gerente.
-Esta bien. -la tomo del hombro para que girara. -Buenos días. -la beso. Se acomodo mejor y dejo el rostro en su cuello. -Hueles delicioso. -intento abrir su bata pero Flavia se alejo.
-Lo siento pero tengo que levantarme. -sonrió levemente y entró al baño.
Javiera entendió la referencia, nada de la noche anterior había cambiado.
Cuando desayunaban Flavia hablo.
-¿Puedes acompañarme a las entrevistas? Bautista no está y tú al ser también la dueña me ayudará a que sea más fácil.
-Mi amor lo siento, en la oficina estamos atoradisimos pero veré si puedo salirme antes.
-No, no. No te preocupes yo me hago cargo. -levanto su plato y su taza.
-No te enojes. -llego a ella en la cocina.
-No lo hago, entiendo que así es tu trabajo.
-Yo trato de no entrometerme en tus cosas, en tu restaurante. Es por eso que muchas veces dejo que tu lo hagas.
-Te recuerdo que también es tuyo.
-Ya lo sé pero--.
-Pero debí preguntar antes de hacerlo sin tu consentimiento, fui yo quien te metió en este compromiso sin preguntar.
-Flavia...
-Iré por mi bolsa, que tengas un bonito día.
Sonrió y subió las escaleras en busca de su bolsa y su chaqueta.
Después de un día pesado y solitario, al parecer había encontrado una gerente mujer. Quedo en presentarse al día siguiente para comenzar con su trabajo. Miro su reloj y entendió porque tenía hambre, ya era tarde. El sol se había escondido. Subió a su camioneta y se fue a su casa.
Al llegar Javiera ya preparaba la cena.
Entro y dejo sus llaves sobre la mesa. Iba a saludarla pero escucho que hablaba por teléfono, intuyo que era Gonzalo.
-No, sigue molesta y no entiendo porque.
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-¿Voy a rogarle?
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-No, es mejor así. Que se vaya haciendo a la idea de que--.
Prefirió no oír más y subió a la ducha. Se relajo debajo del agua y salió para cambiarse.
Se paro frente al espejo, estaba en ropa interior, bajo los tirantes de su brasier y acaricio sus hombros, siguió por sus brazos y coloco sus manos sobre sus senos, suspiro lento. Volteo y también se observo. Javiera la miro desde la puerta.
-¿Qué haces?
Flavia dio un salto espantandose.
-¡Por la cresta Javiera! Casi me matas del susto. -tomo su bata del baño y se la coloco rápidamente. -Nada, no hacía nada.