Flavia cerró con cuidado la puerta de su habitación.
-¿Javiera sigues ahí?
-Si. ¿Qué tanto haces?
-Es que Emiliano esta afuera con Fernanda, vinieron a cenar pero se quedaron bebiendo algo con Dante.
-O sea que no puedes salir. -dijo algo desanimada.
-No, lo siento. -se sentó en la cama.
-No te preocupes, lo entiendo. ¿Ya te cambiaste?
-¿Si ya me puse mi pijama? No, ¿por qué?
-Hazlo, ponte el negro y envíame un mensaje.
-Ok. -sonrió. -Pero ¿para qué? -pregunto algo confundida.
-Haz lo que te digo y escríbeme, corre.
Colgaron.
Flavia se metió a su closet y se cambió.
Un par de minutos después su teléfono sonó nuevamente.
-¿Te cambiaste?
-Ya. ¿Por qué? ¿Quieres asegurarte de que no saldré a ninguna parte? -bromeo.
-No. Me encanta cuando usas tu pijama negro, sin brasier. -su tono comenzaba a ser casi un susurró.
-¿Te gusta mucho? -suspiro.
-Demasiado, sobre todo en invierno cuando tus pezones se marcan por el frío.
Flavia se agitó.
-Javiera ¿qué..?
-Sshhh, cierra los ojos e imagíname ahí contigo.
-Si sigues hablándome así...
-¿Así como mi amor? ¿Te confieso algo?
-Ajá. -mordió su labio.
-Estoy tocándome justo ahora los pezones.
-No seas mala. -jadeo.
-¿Por qué? Hazlo tú también. -susurró.
Flavia bajo el tirante de su pijama y acaricio sus pechos, no le llevó nada endurecer sus pezones, oír jadear a Javiera del otro lado realmente la motivaba.
-Imagina cuando juegos con ellos con la punta de mi lengua, de arriba hacia abajo.
-Dios, se siente igual de bien.
-¿Cerraste la puerta? -pregunto para asegurarse.
-Lo hice, tranquila. Sigueme hablando.
-Me escabullo entre tus piernas, me encanta como te mojas. ¿Ya te lo había dicho cierto? -sonrió.
-Ajá, lo hago por ti, tú lo provocas.
-¿O sea que me pertenece todo eso? -susurró.
-Completo. -aseguró.
La mano de la pelirroja estaba entre sus piernas, colo su mano dentro de su braga y sintió su propia humedad.
Gimió y Javiera sonrió.
-Mi lengua se desliza con tanta suavidad que tu cuerpo tiembla. -jadeo.
-¿Ajá? -gimió.
-Me gusta que te toques así, también estoy haciéndolo. -gimió.
-No dejes de hacerlo, me encanta saber que soy yo quien te provoca eso. -su respiración era agitada.