Tan Solo Amantes XLVI (CAPÍTULOS ÚNICOS)

267 22 1
                                    

Flavia despertó de golpe. Estaba aturdida, parpadeo varias veces hasta que enfocó por completo.

Miro su cuerpo y aún traía la bata, tocó su cabeza y le dolía.

Se levantó y camino al baño, temia mirarse al espejo.

Finalmente abrió los ojos y no creía lo que veía.

-¿Qué? Pero--.

Miro cuidadosamente su rostro, no tenía absolutamente nada.

Fue a su cuarto y miro el teléfono, era de noche. Estaba totalmente confundida.

La puerta de su cuarto sonó. Miranda.

-¿Qué hacías mamá?

-¿Qué haces aquí? -pregunto confundida.

-Recien llegó del cine. ¿Todo en orden? -la examino.

-¿Nunca volviste?

-Lo estoy haciendo. ¿Estuviste bebiendo? -rió.

-¿Qué? No, no. ¿Cómo te fue?

Pregunto para desviar cualquier conversación.

Después de su ducha bajo a prepararse un café, ¿había estado soñando? No pudo evitar reír ante lo estúpido que había sido todo.

El celular vibro. Un mensaje.

¿Me abres? Necesito hablar contigo. Javiera.

No respondió, solo fue a la pantalla en la cocina y abrió el portón, dio un par de pasos más quedando frente a la puerta.

Unos segundos más alguien llamo.

Abrió la puerta y el golpe de frío le erizo la piel, allí estaba ella.

-Pasa. -hizo un par de pasos hacia atrás.

-Perdón la hora, imagino que estabas para dormir.

-Estaba tomándome un café. ¿Quieres uno?

-Claro. -admitió.

Al llegar a la cocina Javiera no sabia como sacar el tema sin fastidiarla, pero quería escucharla y entenderla.

-Flavia quedamos con un tema a la mitad.

-Creo que no, conozco tu concepto sobre mi.

-No es así, enojada soy demasiado impulsiva y digo cosas que no debo, tú también lo has hecho.

La pelirroja desvío su mirada, claro que lo habia hecho, casi siempre lo hacía.

-¿Qué quieres de mi Javiera? -pregunto mientras envolvía sus manos en su taza.

-Escucharte, dices que no eres la misma de antes, bien, déjame conocerte.

-No somos niñas por favor. -negó.

-¿No quieres hablar? -dejo la taza a un lado.

-No tenemos que hablar, no es que cambié completamente, solo intento ir despacio, no quiero salir lastimada y tampoco quiero que mi hija lo esté.

-Miranda aprueba lo nuestro. -dijo muy segura de sus palabras.

-No lo sé, Dante es su papá. Ella puede quererlo lejos pero no deja de afectarle.

Aunque no había tenido oportunidad de hablar a profundidad con su hija, podía intuir que era lo que sentía.

-Perdóname, tal vez te he presionado demasiado, no ha sido mi intensión. -dijo muy calmada.

-No se si estoy lista para iniciar algo, no se si tú hoy estás segura de lo que dices y mañana Mayra sale con algo más y tú te alejaras.

Dejo su taza y volteo, ¿por qué se sentía vulnerable?

El sueño la había dejado con una extraña sensación.

-Te daré tu espacio sin alejarme. -susurró en su oído cuando la abrazo por la cintura.

-No quiero que pierdas el tiempo. -balbuceo sin intentar que su voz se quebrara.

-Eso si que no. -corrió su cabello húmedo y beso su cuello. -Exquisita como siempre.

Volteo con una sonrisa en el rostro.

-Te pediría que me lo hicieras aquí pero Miranda duerme. -susurró.

-No es el lugar, eres tú. -rozo sus labios.

-Perdón por cortar tu inspiración pero me excita más que seas ruda y grosera. -rió.

-Idiota. -apretó su trasero. -¿Esto es lo que te gusta?

-Podemos subir, te enseñaría que es lo que me gusta. -alzó su ceja.

...

La boca de Flavia recorría las pecas de Javiera en su espalda. Podría morir haciéndolo, pero no se lo diría como tal.

La inspectora mantenía los ojos cerrados con la cabeza apoyada en sus brazos.

La nalgueo suave pero lo suficiente para que lo sintiera.

Preparo su sexo y con lentitud, casi siendo una tortura fue entrando en ella.

-¡Demonios! -dijo mientras cerraba sus manos en forma de puños.

-Me gusta que me tortures, que me hagas pedir más, que acabe por suplicarte por un poco de placer. -susurró en su oído, al finalizar lamio el lóbulo de su oreja hasta encerrarlo en sus labios y chupar.

Pudo sentir como su piel se erizo por completo.

-También me gusta que supliqués.

-Quiero más, dame más. -jadeo.

-¿Así? -dijo mientras entraba y salía tan lento como podía.

-¡Maldita! Cogeme de una vez. -lanzó entre dientes.

Flavia sonrió y se enterró en ella lo más que pudo.

Fue inteligente al cubrir su boca antes de hacerlo, no quería despertar a su hija y traumarla.

El cuerpo de la pelicastaña se movía en dirección a los dedos de su amante.

Una, dos... e incontables embestidas lograron que llegara a un delicioso y caliente órgasmo.

Su cuerpo tembló.

Un par de besos más en su espalda y la mujer bajo su cuerpo volteo rápidamente cambiando posiciones.

-¿Quedaste bien enterada? -coqueteo.

-Muy. Hay algo entre tantas cosas que me gustan de ti. -susurro en su oído antes de lamer su garganta.

-¿Qué es? -jadeo.

-El movimiento de tus caderas. -admitió.

Entrelazó su pierna y la llevo consigo hasta su pecho.

Javiera la beso antes del primer movimiento.

-Eres tan deliciosa mi amor. -no pudo evitar decirselo.

Y a decir verdad a Flavia le encantaba oírselo durante el sexo.

¿Por qué no ir un poco más allá? Se preguntó mientras la veía a los ojos.

-Y soy tuya. -confeso.

La sonrisa de la inspectora fue tan grande como el deseo de tomar su cuerpo.

Tomo su cintura y empujó hacia ella.

Sus gemidos se golpeaban al encontrarse entre sí, ambas se mordiendo los labios para ahogar los gemidos, que aquello que sucedía allí quedará solo entre esas cuatro paredes y en aquella cama que una vez más era testigo de un encuentro de un par que hasta el momento eran... tan solo amantes.

CAPÍTULOS UNICOS // LA VIDA DESPUÉS DE CASADASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora