Flavia salía de la ducha mientras Javiera entraba con el desayuno en una bandeja.
-¿Qué haces? Creí que tenías que irte. -sonrió.
-Entraré tarde al trabajo, ya pedí permiso.
Dejo la bandeja sobre la cama y se acerco a ella, la tomo de la cintura acercandola para besarla, aún caían unas pequeñas gotas de agua de su cabello.
-¿Siempre hueles así de rico?
-Claro. -sonrió.
-Ven que esta calentito.
-¿No vas a ducharte? -pregunto antes de sentarse.
-Después de desayunar. No quiero que el café se enfríe.
-Debiste entrar conmigo en la ducha.
¿Fue un pequeño reclamo inocente? Pensó Javiera.
-Quería sorprenderte al salir. ¿Así esta bien o quieres algo más?
-Creo que es mucho para solo dos. -rió.
-Me pase, es que estaba con Gonzalo al teléfono mientras lo hacía. Pero mira, hay fresas, arándanos, huevito, pan, jugo y café.
-¿Cuándo fuiste de compras?
-Ayer, es más hable con la señora de aquí e hicimos contrato.
-¿Qué? -se sorprendió al oírla.
-Yo ya no puedo estar con la Maira. En verdad es que no quiero.
-Pero me dijiste que esa es tu casa. ¿Por qué no se va ella? -bebio un sorbo de café.
-Porque no va a querer irse y yo ta no quiero pelear, solo le diré que se la prestare en lo que consigue algo. ¿Crees que esta bien?
-No lo sé, son tus decisiones.
Flavia no quería opinar demasiado y que después se viera como que las decisiones habían sido influidas al tomarlas.
-Por lo pronto haré así y ya veremos que hay. -sonrió. -¿Qué tal el café?
-Te esfuerzas. -se burlo.
-Ay no, que atrevida. -le hizo cosquillas.
-No me gustan Javiera. -rio.
-Me gusta molestarte. -sonrió. -¿Tienes que recoger a la Miranda?
-Si, hizo pijamada con las niñitas del Emiliano, aún duermen, yo lo desperté a él. -sonrió.
-Entonces... -corrió la bandeja. -Estas bien de tiempo. -rozo sus labios.
-Depende para que. -hablo y rozo sus labios.
-Se que lo hicimos al despertar, pero tengo tantas ganas de ti que podría estar encamada contigo las 24 horas del día. -rozo su nariz con la suya.
-¿De verdad te gustó tanto? -susurró.
-Me vuelves loca Flavia, no hay momento en que no esté pensando en ti, es inevitable no hacerlo. -se sentó a horcajadas sobre ella.
-Me encanta que sea así. -golpeo su trasero. -¿Te mencione que estos pequeños shorts me calientan?
-¿Ah si? -movió su pelvis de atrás y hacia adelante con delicadeza.
-Mucho. -metió sus manos debajo de él y apretó su trasero. -Estas fría. -rasguño su barbilla con sus dientes.
-¿Quieres darme calor? -jadeo.
-¿Es muy necesario? -acerco su rostro al escote de su blusa.
Le quito la blusa por encima de la cabeza y dejó sus pechos al aire, sus pesones se erizaron al sentir su aliento cerca.
-Justo como me gusta.
La miro a los ojos mientras lo introducía en su boca y succionaba alimentándose de ella.
-¡Maldita! -gimió sin dejar de mirarla.
Sus miradas estaban conectadas. ¿Había algo más sexy que aquel momento?
Después de saciarse a su gusto sus labios y alrededor estaban rojos.
Había pasado buen tiempo allí, podía sentir la humedad de la inspectora en sus piernas.
-Necesito que lo hagas. -gimió.
-¿Qué haga que? -sonrió.
Desesperada tomo su mano y la introdujo su mano dentro del pantalón, dio un pequeño brinco ante la sensibilidad.
-Mojada, justamente como me gusta. -lamio entre sus pechos.
-¿Si? -cerró los ojos.
-Déjame ver.
Javiera abrió sus ojos y la vio acercar sus dedos a su boca, embelesada la observo mientras introducía los dedos en su boca, sus miradas se sostenían, sus pupilas eran opacas.
-¿Te gusta?
-Ujum. -asintió sin quitar los dedos de su boca.
Un momento más y aquellos se deslizaron por todo el sexo mojado de la inspectora.
-¿Así te gusta? -pregunto ante algo tan obvio.
-Me encanta, no te detengas.
-No lo haré. ¿Quieres que entre?
-Por favor. -se retorcía.
-Usted manda inspectora.
-Mi señora Betancourt. -tomo su rostro y pego su frente a la suya. -Cogeme, lento, sin prisas, quiero sentir como entras y como sales, quiero oír el ruido que se produce. -gimió procesando aquello.
La pelirroja entró despacio, sentía como sus músculos la acogian cada vez que estaba más adentro, sentía la presión en sus dedos, hervía.
-Delicioso. -hablo con una gran sonrisa en su rostro.
Javiera sonrió sin abrir sus ojos y golpeo su pelvis contra sus dedos.
-Así mi amor. -jadeo mordiendo sus labios.
Flavia aumento un poco más sus movimientos y con su pulgar estímulo sin calma el clitoris hinchado y duro de la persona que estaba encima de su cuerpo.
-¡Demonios! -la inspectora mordió sus labios.
La embestia con rapidez, luego con calma.
La inspectora se sentía montada en una nube misma, era incapaz de pensar o razonar. ¿Quién podría hacerlo en un momento así?
Unos cuantos minutos más y Flavia supo que necesitaría una ducha más.
Esta vez la inspectora no guardo sus gemidos y se lejos ir en total libertad.
...
Javiera ingreso nuevamente al cuarto a buscar su celular.
-¿Mi amor viste mi teléfono en la cama?
-Sshhh. -dijo Flavia tapando el micrófono de su celular.
-¿Mamá estas con la Javiera? ¿Mi amor? ¿Por qué estás con ella? ¿Por qué su celular debería estar en la cama?
Flavia cerró los ojos y suspiro pesado, los abrió y miró a la mujer frente a ella.
-Perdón. -susurró.
-¡¿Mamá que chuchas esta pasando?!
La pelirroja se quedó en silencio. ¿Cómo respondia ahora ante tantas preguntas? Miranda no le iba a perdonar eso.