Después de intentar dormir en la pijamada y no lograrlo, Flavia había decidido subir a su cuarto.
Apoyo la cabeza en la almohada y su teléfono sonó.
Rápidamente respondió al saber de quién se trataba.
-¿Mi amor? ¿Estas bien? ¿Paso algo? -se sentó en la cama.
-Tranquila, todo está bien. Solo quería escucharte, no puedo dormirme. -se quejo.
-Somos dos, mis hermanos armaron pijamada para que no te extrañe tanto pero dormir con Emiliano es imposible. -rió.
Javiera rió al otro lado.
-Necesito a mi mujer en este viaje, yo no funciono, no sirvo para nada.
-Javiera no llevas ni 24 horas fuera.
-¿A caso no me extrañas? -cuestiono.
-Sabes que si, es la primera vez que nos separamos.
-La segunda, ¿se te olvida que me dejaste en casa?
-¿Recuerdas por qué fue? -retruco.
-Ya, pasado. Pero ahora te extraño mi amor.
-¿Si me hago una escapada hasta allí? -bromeo.
-No pero...
-¿Qué? ¿Qué tanto piensas Javiera? -sonrió.
-¿Qué pijama traes puesto?
-¿Qué?
-Dime.
-El negro con short. ¿Por qué? ¿Javiera?
La oía respirar al otro lado.
-¿Alguna vez tuviste sexo telefónico?
-No. -sonrió.
-Solo cierra los ojos e imagina que estoy junto a ti besando tu cuello, abriendo los botones de tu camisa para tomar tus pechos en mis manos.
La respiración de Flavia se agitó y movió su mano como si la de su esposa se tratara.
-Me encanta que no lleves brasier. -lanzo la inspectora.
La pelirroja sonrió, su esposa conocía cada detalle de ella sin estar a su lado.
Acaricio y apretó sus pechos como su mujer le ordenaba, se relajo un poco más en la cama e introdujo su mano entre sus piernas.
-Dime que tanto. -hablo agitada.
-Demasiado mi amor. -respondió Flavia sintiendo su propia humedad.
-¿Sientes como mis dedos se deslizan con facilidad? -murmuró.
-Claro. -respondió bajo.
Javiera sabía que su esposa estaba lista para cualquier cosa.
-¿Quieres entrar mi amor? -murmuro.
-¿Quieres? -coqueteo.
-Solo recuerda que hay gente en la sala. -le recordó la pijamada.