Flavia caminaba por el centro comercial, no buscaba nada en específico, solo quería salir un poco de su casa, Dante la abrumada con sus quejas de que "no se dejaba tocar".
Se sentó en una cafetería y revolvía su café.
Por un momento se preguntó ¿Cómo había llegado al punto de estar casada con un hombre y tener una amante mujer? Rió por la ironía, sabía que su hija no saldría lastimada, porque ella siempre quiso que le devolviera algo de lo que su padre le daba.
-Buena excusa Flavia. -negó sonriendo.
-¿Hablas sola? Wow.
Javiera paso y se sentó frente a ella.
-¿Qué haces aquí? -pregunto confundida.
-Vine por un regalo para Gonzalo, es su cumpleaños. Pasé y te vi. -sonrió. -¿No podemos tomar un café?
¿Era traspasar el límite? Lo dudaba.
-Como quieras. -asintió.
Ordenó su café e instalo su mirada en ella.
-¿Todo en orden?
-Lo está. -sonrió.
-Que linda te ves con esa ropa. ¿Siempre fuiste tan elegante?
Rió.
-Si, me gusta estar impecable, sobre todo si salgo a la calle.
-¿Para qué lo demás volteen a verte?
-Así es. -admitió.
-Vanidosa.
-¿A qué no mujer no le gusta eso? -bebio de su café.
-Entiendo. ¿Cenamos esta noche?
-Puede ser. -se cruzo de piernas ante su mirada atenta.
-Flavia.
-¿Si?
-No puedes provocarme aquí, hay gente, estamos en un lugar público.
-No hice nada, solo me cruce de piernas.
-¿Tenías que abrirlas tanto para hacerlo?
-¿Qué? -rió. -Cuando estamos solas eso te gusta.
Deslizó su pie y acaricio su pierna por debajo de la mesa.
-Flavia. -respiro agitada.
-Eres muy débil. ¿Me cuidas esto aquí? Iré al baño un momento.
...
Flavia retocaba su labial cuando la vio entrar.
-¿Qué haces? ¿Y mis cosas?
-Las deje en mi coche, deberás ir hasta el para buscarlas.
Caminaba lento pero cada vez estaba más cerca de ella.
-No eres de usar este tipo de faldas. -delineo la costura de su bolsillo trasero.
-Me la regalo la Miranda y me apeteció usarla, creo que me apreta. -arreglo su pelo.
-Tu perfume es exquisito. -froto su rostro en su nuca inhalando su perfume.
-Javiera estamos en un lugar público.
-¿Y luego? -la tomo de la cintura y la pego a ella.
-¿No que yo era la peligrosa? -sonrió.
-Esa puerta no tiene--
Se abrió y ella se alejo rapidamente.
-Hola. -saludo una desconocida.