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Nuestras confesiones

Sus rápidos pasos lo llevaron sin pensar hasta la entrada principal de la facultad, y con la misma velocidad se alejó de ella, perdido en sus propios pensamientos que no tenían demasiado sentido en aquel momento más que insultos hacia el vocalista y palabras de aliento para intentar calmarse a sí mismo.
Cuando el mensaje de Jisung sonó en su móvil dentro del bolsillo del pantalón finalmente detuvo el andar que no había cesado hace varios minutos, deteniéndose en medio de la acera para leerlo.

Jisunggie

14:27
¿Dónde estás?
14:27
La clase ya comenzó, ¿no vendrás? 

14:34
¿Aún estás ocupado con Chris?

Apretó su mano con fuerza al leer aquel nombre, envolviendo el móvil entre sus dedos. Maldito estúpido, te detesto tanto, tanto, tanto. Apagó el móvil sin dar respuesta, metiendo este de vuelta al bolsillo para continuar con su caminata.

Había salido apresurado del recinto y en realidad, sumido en sus propios pensamientos y enojo, había olvidado que aún le quedaba la última clase después del horario de almuerzo. Había pensado en volver porque la culpa de faltar a clases le carcomía demasiado, incluso si sólo era una clase teórica de la cual podía conseguir la materia de cualquiera de sus compañeros.
La idea de regresar se esfumó enseguida cuando pensó en la posibilidad de reencontrarse con Bang por los pasillos, porque sabía que mucha suerte no había tenido últimamente, y que aquello tenía una alta probabilidad de suceder. 

No quería verlo y ya no solo en un mes completo, sino que para toda su desdichada vida.

A unos quince minutos de su casa recién notó el cansancio de caminar con prisa tanto en las piernas como en lo agitado que se encontraba, así que se detuvo un momento, tomando una gran bocanada de aire que estuvo a punto de soltar con un grito el cual contuvo, sacudiendo sus cabellos con frustración antes de volver a caminar hasta su casa, más despacio.

Era demasiado temprano para que hubiera gente y lo agradeció demasiado, sin querer dar explicaciones de su temprana presencia o el humor que se traía.

-- Cómo maldigo haberte conocido Bang, no sabes cuánto -- murmuraba con enojo, moviéndose de un lado a otro en su habitación mientras se cambiaba la ropa al pijama y cerraba las oscuras cortinas de su habitación. -- Ojalá nunca hubieras tenido que llegar a mi vida, destruir lo que estaba formando, hacerme dudar... Mm-¡aaah! -- se dejó caer en la cama, pataleando.

Dos minutos después estaba inmóvil sobre la cama con la espalda sobre el colchón y la mirada fija sobre el techo.

Su voz ya no salía de entre sus labios, pero la voz en su cabeza no había manera de que mantuviera silencio.

Jeongin...

Lo siento tanto, por no entenderme a mí mismo.

Yo realmente te quiero... Pero no sé cómo sobrellevar esto.

No me interesa, es un imbécil.

Me hace sentir incómodo.

Terco, no entiende un maldito no por respuesta.

Pero... No puedo evitar pensar en él.

-- ¡Yaaa! Dios, sal de mi cabeza, estoy cansado de ti, ¿cómo no puedo estar tranquilo siquiera en mi casa?

De mala gana se había metido bajo las mantas, escondiéndose entre ellas.

Cuando fue consciente de la realidad de nuevo, la luz que se colaba por entremedio de las cortinas ya no era natural, apenas podía abrir bien los ojos y se sentía un poco desorientado por el recién despertar. Buscó el móvil con toques torpes sobre la cama, debajo la almohada y entre las mantas, fregando despacio uno de sus ojos para desperezarse, tratando de despertar su mente para pensar mejor dónde estaba lo que buscaba. El pantalón. Se levantó de la cama hasta el pantalón que había dejado sobre la silla de su cuarto, tomando el equipo. Seguía apagado.

Flame | chanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora